A lo largo de las últimas décadas y fruto de la dinámica que las comunidades vivimos, nos hemos ido enterando de tantas y tantas necesidades que requieren atención y soluciones sin que, para las mismas, existieran esquemas gubernamentales que por sí solos pudieran resolverlas, lo que ha propiciado que en la sociedad misma se vayan integrando grupos que luchan y trabajan diariamente por un gran número de diversas causas. Todas y cada una de ellas revisten especial importancia para muchas personas por convicción, aunque otra gran parte las asumimos como nuestras, en la medida que nos toca vivir, positiva o negativamente, experiencias relacionadas con las mismas.

Por otro lado, las actividades industriales y comerciales generan, en sus procesos o por el consumo de sus productos, impactos diversos en el entorno de este cada día más pequeño y cercano planeta que habitamos. La polución, el calentamiento global, las enfermedades, los desastres naturales y otras graves contingencias generadas por la mano del hombre, nos han llevado a muchos, a crear conciencia sobre la importancia de hacerles frente sabedores que para resolverlos hay que asumir una actitud corresponsable.

De ahí, que se siguen sumando grupos y empresas tanto del sector público como privado, a la figura de la responsabilidad social, como un elemento de retribución o compensación derivada de su actividad propia, para con muchas de estas causas sociales que, más allá de retórica o mera imagen, exigen  una atención  para dejar de ser problemas que aquejan a la sociedad. Cada región en el mundo tiene sus peculiaridades y sus problemas.

En nuestro país, el tema de la responsabilidad social se ha manejado con diversos propósitos. Para una parte de quienes implementan acciones en esa materia, lleva consigo el modificar o contrarrestar una percepción negativa de su imagen, así como la oportunidad de realizar estrategias de carácter financiero o fiscal y con ello se han modificado muchas de las deducciones en la materia. Sin embargo, la realidad es que poco a poco nos hemos venido dando cuenta de la magnitud del impacto que muchas de estas causas tienen en una comunidad y esa conciencia, de la que hablo líneas arriba, debe crecer a la misma velocidad que los problemas si queremos efectivamente solucionarlos.

En otro orden de ideas, la sociedad mexicana ha evolucionado rápidamente en el entendimiento de que no se puede dejar solo en manos del gobierno la tarea de resolver todos los problemas comunitarios. La participación ciudadana es una exigencia de nuestros días para garantizar que el propio sector público se empape de las necesidades y se logre con ello una serie de políticas públicas más congruentes con los requerimientos de la sociedad por encima de las necesidades del mismo. Por lo menos, fue algo de lo que más se escuchó en las campañas que recién concluyeron, aquí y en todo el país.

Hoy más que nunca, también es indispensable que quienes propician las oportunidades de empleo e inversión, que se traducen en generación de riqueza, tengan un mayor sentido de corresponsabilidad con su comunidad para solidarizarse con diversas causas. Las actividades en materia de la responsabilidad social deben ser tomadas con total y absoluta seriedad y no solo deben ser controladas, sino promovidas e impulsadas desde los propios niveles de gobierno para tratar de acortar la distancia entre la indigencia y la opulencia, así como tener condiciones que garanticen dignidad como base y una mayor equidad  como propósito para con las personas más desafortunadas.

No debemos pensarnos ajenos a los problemas y solamente interesarnos cuando las circunstancias se nos presentan. Pienso que si cada día hay más personas, quienes forman las empresas e instituciones involucradas en tareas de responsabilidad social, podremos fortalecer la vinculación y la capacidad de respuesta para resolver o atemperar el impacto de muchos problemas que en este siglo XXI nos lastiman.

Querétaro es una entidad que reúne condiciones muy favorables para trabajar en este tema desde todos y cada uno de los frentes sociales, hay instituciones públicas y privadas que pueden destinar recursos y apoyos para estas causas. Pero es también muy necesario establecer prioridades y estrategias para hacer frente a aquellos problemas y circunstancias que nos aquejan como comunidad. La participación ciudadana y la vinculación entre todos los actores sociales, permite que tengamos mayor información sobre nuestras realidades y en consecuencia mayores expectativas de solución.

Podemos comenzar por reconocer que no estamos solos ante los problemas, que debemos alejar esa tentación de ignorar muchas de las necesidades y saber que somos capaces de apoyar, de cualquier forma que este a nuestro alcance, para fortalecer la presencia de la solidaridad y generosidad en nuestra cultura, en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

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