Hemos comentado en varias ocasiones que el pacto federal es un acuerdo de voluntades entre los representantes originales de lo que fueron las provincias en el siglo XIX y que se dividieron en la primera época de la República mexicana. Esas provincias tomaron la decisión de transformarse en estados y declararse libres, autónomos y soberanos. Cada una de las entidades se dio a la tarea de organizar su constitución y, posteriormente, se da una gran convocatoria del congreso constituyente mexicano y se otorga la primera constitución federal en 1824.

La finalidad era mantener un federalismo dual o soberano. La tesis de la soberanía sostiene que es soberano el Estado o entidad que le dio origen al Gobierno Federal, aunque en el periodo de gobierno de Antonio López de Santa Anna, 1833-1847 se rompió con el pacto federal y terminó en la separación de Texas en 1848.

Fue un conflicto al que se enfrentaron el gobierno federal mexicano y la autoproclamada República de Texas, que consistía principalmente de inmigrantes estadounidenses que se establecieron en la región con el objetivo de independizar el territorio y adjuntarlo a los Estados Unidos, denominada Guerra de Texas.

Después de la independencia de México de España en 1821, la región se mantuvo despoblada, pero estuvo dominada por los apaches y comanches nativos. La región norte consistió en territorios de los estados de Coahuila y Texas, creados recientemente por la Constitución Federal de México en 1824. El gobierno federal invitó a los mexicanos a colonizar este territorio, pero no estaban dispuestos a establecerse en esta zona peligrosa.

Por lo tanto, el gobierno mexicano autorizó su colonización y asentamiento a los colonos estadounidenses y unas 300 familias nativas de Estados Unidos se instalaron. Los colonos recibieron una serie de beneficios para alentarlos a permanecer en el este de Texas y esas familias aumentaron hasta 2,500.

El gobierno mexicano, advirtió el peligro expansionista de los estadounidenses y expidió el 6 de abril de 1830 una ley en la que se prohibía la colonización del territorio nacional con extranjeros y se aseguraba la frontera.

El 2 de marzo de 1836, los texanos declararon su independencia de México. Posteriormente, los texanos integraron un gobierno provisional donde eligieron como presidente a David G. Burnett y vicepresidente a Lorenzo de Zavala. El 17 de marzo se expidió la Constitución de la República de Texas.

Ante esta situación, México comisionó a Santa Anna la solución militar del problema, al inicio arrojó resultados favorables pero gracias a la ayuda de los estadounidenses a los rebeldes de Texas, estos derrotaron a Santa Anna en San Jacinto, lo tomaron como prisionero y firmó el Tratado de Velasco, que no fue ratificado por el gobierno mexicano, el 14 de mayo de 1836 en el cual reconoció la independencia de Texas. En 1844 estados Unidos, Inglaterra y Francia reconocieron la calidad de Estado soberano a la República de Texas.

Esto fue el inicio de una serie de movimientos militares que llevaron a la firma de los Tratados de Guadalupe Hidalgo en 1848.

Las interpretaciones históricas, nos sirven para registrar que es importante la unión para no llegar a estas adversidades; que el gobierno no se puede improvisar y ejercer con trivialidad cuando se trata de asuntos trascendentales para la nación. El federalismo ha permitido sostenernos en una causa que trata de tener una sociedad más igualitaria, más integrada, más racional, como todo es perfectible, pero debemos lograr la estrategia para que el federalismo pueda hacerse una realidad más funcional y de acuerdo con la realidad de la sociedad mexicana del siglo XXI.

Ex presidente municipal de Querétaro y ex legislador federal y local

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