El Senado de la República acaba de aprobar un conjunto de modificaciones a la Constitución mexicana sobre el tema del Poder Judicial de la Federación. Se trata de la reforma más importante en esta materia desde 1994.

La reforma plantea un conjunto de temas que todos los abogados deben conocer y que darán lugar a un mejoramiento de las tareas de la Suprema Corte, del Consejo de la Judicatura Federal y de algunos de sus órganos auxiliares.

Por ejemplo, la reforma aprobada crea la nueva figura de los Tribunales Colegiados de Apelación, que van a sustituir a los Tribunales Unitarios de Circuito. Estos tribunales tienen la enorme tarea de desahogar los recursos de apelación en los procesos federales ordinarios.

Otro cambio relevante es la figura del “precedente judicial”, a partir del cual la Corte emitirá criterios de observancia obligatoria para todos los tribunales sin necesidad de que sean reiterados. Bastará una sentencia para que el criterio sea obligatorio.

También propone mejorar el régimen constitucional de las controversias constitucionales, para que procedan en contra no solamente de actos de una autoridad que invadan o afecten las competencias de un órgano del Estado, sino que a partir de la reforma las controversias constitucionales se podrán plantear también por omisiones, por lo que las autoridades tendrían que hacer y no hacen. Es una buena noticia.

La reforma contiene algunos elementos que buscan fortalecer la carrera judicial y anuncia que será emitida una nueva ley en la materia. Esto es importante, ya que los jueces federales cuentan con un régimen de carrera que les permite ejercer su función de manera independiente y profesional. También en esto la reforma avanza por la ruta correcta.

Hay quienes han señalado que la reforma se queda corta y que hay muchos temas adicionales que se deben analizar a la brevedad. Creo que son voces que merecen ser escuchadas. No será la última vez que se modifique el régimen constitucional de la impartición de justicia.

La justicia mexicana adolece de enormes problemas. Tenemos reformas recientes que, como la que ahora comentamos, aportan elementos de esperanza. Por ejemplo la reforma al sistema de justicia laboral. También las importantes reformas en materia de derechos humanos y del juicio de amparo, ambas de 2011, y antes de ellas, la reforma de la oralidad en materia penal de 2008.

Se trata de esfuerzos sinceros para mejorar las cosas, aunque su puesta en práctica ha dejado profundas insatisfacciones. Por eso es que necesitamos seguir reformando, seguir mejorando y seguir invirtiendo tiempo y esfuerzo en la justicia mexicana. Hay mucho por hacer. Manos a la obra.

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