¿Cuál es el destino de la reforma educativa? Los legisladores morenistas no tienen ni la menor idea hacia dónde llevarán la “nueva” reforma educativa. Hasta ahora son posturas políticas sin destino. Un ejemplo fue la nefasta declaración de Mario Delgado, quien despóticamente afirmó que de la actual legislación no quedará ni una “coma”. Lo que el diputado olvidó (no así los mexicanos), que él fue uno de los senadores que aprobaron la legislación. Inconcebible las contradicciones; siendo entonces de la bancada perredista asintió con su voto la reforma; ahora (morenista), cambió de criterio, abrogarán lo que para ellos es una ley punitiva y no educativa. Esa fue una propuesta electoral que les dio miles de votos de los maestros disidentes con la actual ley, docentes que quieren recuperar los privilegios. Lo cierto que no saben hacia dónde quieren dirigir la educación de niños y jóvenes, de suyo es en extremo peligroso; todo es nebuloso. Tan confusos están los legisladores que aprobaron un punto de acuerdo para “exhortar” al Poder Ejecutivo, y suspenda la realización de exámenes a los maestros. Estos instrumentos inocuos (exhortos), no sirven, no obligan, es una simple invitación; rogativa que no será atendida; los exámenes seguirán su curso y se realizarán en septiembre, octubre y noviembre. ¡No se suspenden! Para colmo, el diputado de Oaxaca Azael Santiago Chepi (docente), una vez aprobado su exhorto, escribió en su cuenta de Twitter, que había “aprovado”; sí, “aprovado” el punto de acuerdo para suspender la realización de los exámenes. Prueba del por qué no quieren la realización de exámenes: son ignorantes. Claro, él culpó a su equipo de la “equivocación”; error de dedo: dijo. Muestra fehaciente de la incapacidad para transmitir conocimientos: son políticos.

La promesa y justificación en campaña de las razones para “echar” abajo la legislación, es la manera punitiva de tratar a los maestros; que no es educativa la reforma, es punitiva, castiga a los profesores, dijeron y siguen defendiendo su postura. La educación pública estaba secuestrada por los grupos sindicales, ellos administraban no solo la enseñanza, también los recursos públicos, plazas, ingresos, promociones, sanciones por no asistir a las marchas o no apoyar los paros; distribuían a discreción miles de millones de pesos del presupuesto público ¿Qué hicieron los legisladores con las nuevas normas? Eliminar de tajo esos privilegios y señalar en la misma, lo que está prescrito en la Ley Federal del Trabajo y legislaciones de los estados en la materia; simple, sancionar a cualquier trabajador por faltar sin justificación y por más de 3 veces consecutivas: el despido. El sistema educativo, así como los recursos públicos regresarlos al Estado, quitarlos de la discrecionalidad en su uso, arrebatarlo de los maestros. Razones que no admiten los profesores. Esa es la endeble defensa que hacen los morenistas y por ello amenazan que no quedará ni una “coma” de la ley.

La norma vigente no sanciona, por el contrario, promociona. Ningún artículo contempla el despido por no acreditar los exámenes. El que reprueba tiene la oportunidad de repetir. Y si vuelve a reprobar se le cambia de adscripción al demostrar que no es apto para transmitir la enseñanza, pero no se le despide. Es falso que se les dé baja. Los profesores que sí acreditan los exámenes suben de categoría y reciben incrementos de salario; son promovidos. No hay pases automáticos de los alumnos de la Escuela Normal Superior a la obtención de plazas; deben sujetarse a una evaluación. Como en cualquier empleo. Cumples las expectativas, ingresas; no las cumples, no eres aceptado. Cuando un docente resulta excelente en sus evaluaciones, se vuelven “evaluadores”, se les incrementa el salario. Eso es superación e incentivo al esfuerzo del estudio. ¿Dónde está la ley punitiva? ¡No existe tal! Simple postura política de campaña que pretenden cumplir con los profesores rijosos; los buenos docentes, esos continúan con su preparación y se sujetan a los exámenes. Son mucho más los buenos educadores que los malos. Con mejorar la legislación sería suficiente, más no abrogarla.

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