Esta semana el periódico EL UNIVERSAL expuso una investigación de cuánto ha aumentado el presupuesto para la gran necedad presidencial: la refinería de Dos Bocas. Ha pasado de un presupuesto inicial, que de por sí era muy grande, de más de 8,000 millones de pesos, a mucho más del doble. Hoy que todavía no concluye, aunque hagan eventos de inauguración, oscila ya por encima de los 20,000 millones de pesos.

La lógica que uno pensaría es que ya salió muy caro, que no es rentable, se preguntarán por qué continuar con esto, pues resulta que cuando las obras son del gobierno pareciera que los números rojos no importan, porque el presupuesto público es justamente eso, público, de la gente, del pueblo. Un particular nunca permitiría esto.

Vale la pena recordar que el proyecto de Dos Bocas primero fue pensado para construirse por particulares, no por el gobierno. La licitación que publicaron era dirigida para empresas internacionales, para  crear una refinería nueva en nuestro país. Por si a veces a algunos les falta la memoria, les recuerdo que dichas empresas dijeron que era incosteable el proyecto con el monto que estipulaba el gobierno federal, si, que 8,000 millones de pesos no no eran suficientes para construir dicha refinería, hoy vemos que el tiempo les dio la razón. También dijeron las empresas que participaron en la licitación que el tiempo de entrega no era suficiente, parece que también tenían razón.

Por otro lado, el debate que es igual o más importante es si seguir apostando a la refinerías que nos dan energías contaminantes o apostar para el futuro como lo acaba de hacer hace muy pocos días, por ejemplo el estado de California en EUA, un estado que se dedica en buena parte a la manufactura automotriz y se acaba de comprometer, en un futuro nada lejano, igual que la comunidad europea y los países nórdicos, a prohibir por ley ensamblar, comercializar y vender vehículos que utilicen gasolina. Mientras ellos le están apostando al futuro, a las energías limpias y renovables, aquí estaremos terminando una refinería cuando ellos estén prohibiendo vender vehículos que usen gasolina.

En el sexenio de De la Madrid y marcadamente en el gobierno de Carlos Salinas se comenzaron a privatizar miles de empresas públicas que nada tenía que estar haciendo el Estado invirtiendo en ellas. Empresas en números rojos que no le brindaban ninguna utilidad económica o social a nuestro país, pero que al ser dinero de todos terminan las pérdidas siendo de nadie y mantuvieron así empresas, hoteles, zapaterías, hasta bicicletas hacía el gobierno aunque no le dieran los números pues cubrían el déficit con presupuesto público.

Hoy la refinería nos cuesta, y mucho

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