Cuando pequeño, imaginaba, como cualquier niño, con ser bombero, piloto aviador e incluso ingeniero civil —siempre me ha llamado la atención construir cosas—. Conforme mi adolescencia apareció, mi inclinación por las actividades más arriesgadas se intensificó y lo mismo así mi interés por volverme piloto aviador o incluso una versión más extrema: piloto de pruebas, cuya tarea consiste en volar aeronaves experimentales y prototipos, esta profesión involucra conocimientos de ingeniería y por supuesto de vuelo. Quien diría, décadas después, que tendría la oportunidad de volar una aeronave como la que hoy me toca comandar.

Sin embargo, sin importar el que nos encontremos en aquella profesión que hayamos elegido desde niños o si ésta se cruzó en el camino por cualquier variedad de circunstancias, ya estamos aquí y es momento de darle con todo. Según información del portal español eleconomista.es las mayores empresas en el mundo fomentan el buen humor, lo que sin duda conlleva la creación de un ambiente laboral sano y propositivo.

Esta semana, #DesdeCabina, quiero reflexionar sobre el gran reto que enfrentan las organizaciones, públicas o privadas, en promover ambientes laborales adecuados para que los que trabajamos en ellas podamos, no solo sentirnos a gusto, sino tener la posibilidad de desarrollar todo nuestro potencial.

Si bien las organizaciones que perduran buscan reinventarse —desde el punto de vista organizacional— de cuando en cuando, la realidad es que se vuelve sumamente complejo adaptar nuevos esquemas de trabajo que permitan que los trabajadores se sientan a gusto y se vuelvan en consecuencia más productivos. Estrategias como el “trabajo en casa”, horarios flexibles, participación en actividades extra laborales ya sea deportivas o culturales, funcionan, también es cierto que el sentirse integrado al identificarse con al misión de la organización es algo que depende tanto del trabajador como de la organización. Pero si bien no todos tenemos la suerte o posibilidad de llegar a una organización que sostenga prácticas innovadoras en cuanto a la gestión del personal, si quiero resaltar que  somos los primeros, los empleados, quienes debemos, en mi opinión muy personal, comprometernos de manera decidida y pro activa con entender la dinámica de la organización —sin descartar que una buena gestión de las áreas de RRHH juega un papel fundamental—, sus objetivos, sus retos así como saberse identificar en el o los roles que como empleado habremos de asumir en la organización; esta es la clave creo yo.

Es fácil —creo que lo más simple— criticar lo que nuestra organización no tiene, lo que deja de hacer, lo que olvida o incluso lo que permite, sin embargo mirar más allá, escuchar verdaderamente a la institución y sus dolores, así como sus potencialidades y retos es lo difícil en realidad; comprometerse con el esfuerzo de sumar o multiplicar y no de restar o dividir es con toda certeza de verdaderos compañeros y de trabajadores que se sienten parte de algo.

Cualquier organización que se diga serlo debe enfocarse en construir, difundir y reforzar continuamente una cultura, pero eso no nos excluye de involucrarnos y sobre todo de entender que para divertirnos y disfrutar el trabajo hay que empezar por uno mismo. Bien decía el médico y escritor Oliver Wendell Holmes: “No dejamos de jugar porque envejecemos; envejecemos porque dejamos de jugar. Que bueno es divertirse mientras se trabaja, yo llevo más de dos décadas y contando.


Rector de la UNAQ /@Jorge_ GVR

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