Siempre fue un tema recurrente en nuestras 42 entrevistas. Así que estuvo en la que probablemente sea la última que ha dado cara a cara. Fue en su semana final de campaña y a unos días de la elección en que arrasó el 1º de julio de 2018. Me trepé a su camioneta en su trayecto de Tlaxcala a Veracruz. Su día comenzó con una reunión con la cúpula empresarial. Venía hambriento pero exultante luego de 5 o 6 multitudinarios mítines.

ROCHA: Tú me dijiste alguna vez que la pobreza y la desigualdad son monstruosas infamias. ¿Tú crees que los empresarios estarán contigo para entender que la pobreza no es un asunto de conmiseración: “pobrecitos los pobres, a ver que les damos”? Y que en cambio es un tema de economía…generar riqueza a partir de la pobreza y que los pobres puedan trabajar codo a codo y que esto es lo que más nos conviene a todos?

AMLO: Sí, hoy noté eso…una actitud de más conciencia para que se atienda y apoye a la gente humilde, a la gente pobre; incluso en la reunión se habló de que cuando hay mucha pobreza, dijo un empresario, no le conviene a nadie porque…

ROCHA: …¿luego quién compra?

AMLO: Así es. No hay quién compre…o compran solo lo básico, lo indispensable. Por eso le dije hoy a ese empresario que le iba a mandar el manifiesto del Partido Liberal, que publicaron los hermanos Flores Magón en 1906; donde hablan precisamente de eso, de un pueblo pobre donde solo se consume lo indispensable. Lo que no puede ser un proyecto de nación porque no se beneficia a nadie; no se benefician ni a las industrias, ni al comercio. Por eso les dije hoy a los empresarios que tenemos que mejorar las condiciones de vida y de trabajo de la gente, porque eso es lo que nos conviene a todos. Además, no puede haber paz social si hay tantos pobres. Yo he sostenido, Ricardo, que la mejor manera de enfrentar el problema de la inseguridad y la violencia es combatiendo la pobreza; es lo más humano y lo más eficaz.

Así que cuando repaso lo que entonces me dijo el ahora presidente de México, tengo que reconocer su congruencia obsesiva en considerar a la pobreza como la gran condicionante en este país. Lo que creo que podemos cuestionar es su concepción de pobreza y qué hacer con ella, en sus propias palabras: hace apenas 20 meses. Andrés Manuel el candidato consideraba prioritario combatir la pobreza mediante la generación de empleos justamente remunerados con la consecuente activación del mercado interno. Hoy, el presidente López Obrador parece limitado a una suerte de resignación sobre la pobreza. Ya no habla de combatirla y abatirla, sino solo de mantenerla en estado latente mediante dádivas igual a jóvenes que a viejos.

A ver, promediando varios criterios de medición del total de 130 millones de la población actual hay en México 51 millones de pobres y 17 millones de pobres extremos (miseria en cristiano) para un total de 68 millones; entre clase media baja (que vive al día) y media alta (con satisfactores al límite) suman 60 millones; solo dos millones son de clase alta, entre los que se encuentran las 50 familias accionistas mayoritarias del país.

Las deducciones son elementales:

1.- El presidente reparte entre los pobres y se reúne con los megarricos, pero no ha tenido una palabra para la clase media que representa la mitad de los mexicanos.

2.- Su negativa de apoyos financieros y fiscales a las 4 millones 200 mil micros, pequeñas y medianas empresas, que generan 8 de cada 10 empleos, puede significar una debacle económica irreparable para el país.

3.- El presidente y su equipo de silentes están moral, ética e institucionalmente obligados por lo menos a escuchar las voces que de dentro y de fuera le están diciendo que ese no es el camino.

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