Mucho he compartido en este espacio de reflexión sobre la educación, la industria aeronáutica, sobre políticas públicas de muy diverso orden y variedad; he traído algunos ejemplos de buenas fórmulas y exitosos programas en donde los gobiernos, la industria y la academia, la triple hélice propiamente dicho, han logrado articularse para desarrollar capacidades, librando obstáculos que otrora podrían parecer infranqueables.

En este ejercicio semanal, igualmente he compartido diversos esfuerzos que gobiernos y organizaciones públicas y privadas han emprendido para desarrollar la cadena de proveeduría de industrias como la aeroespacial. Este es un tema pendiente en la agenda - que a muchos nos gustaría que fuera pública-, para la continuidad y desarrollo de industrias tan especializadas y peculiares en su linea de tiempo, como esta en la que muchos colaboramos desde hace más de una década.

Sin embargo, si bien la triple hélice fue planteada como un modelo de innovación para el desarrollo económico y social a partir de las interacciones entre los tres actores ya mencionados, hoy surgen nuevos esquemas que buscan hacer, quizá, un poco más específica la participación de los actores al incluir nuevos elementos en la fórmula. A diferencia de la triple hélice planteada por Etzkowitz y Leydesdorf en los 90´s, la hélice con 5 palas o álabes (para leernos más aeronáuticos aun) incluye a dos elementos más, o al menos esa ha sido la “adaptación” que se ha planteado en el AeroCluster de Querétaro AC, a los emprendedores y a las empresas que pueden financiar tanto el emprendimiento como los proyectos que involucren a la triple hélice original.

Esta fórmula ampliada, la de la penta hélice, busca “subir” tácitamente a los escenarios del desarrollo económico y social, por un lado, a esas pequeñas empresas creadas para satisfacer necesidades de la cadena de suministro de los sectores y por el otro a las empresas de financiamiento “noble” que las apoyen. Estos emprendedores, micro compañías que no solo necesitarán el acompañamiento de las grandes, del gobierno y de la academia, sino que además deberán contar con la acceso a recursos con financiamientos “empáticos” soportados no solo por la confianza, sino por contratos -idealmente o de preferencia- complementan la fórmula que da vida hoy en el Cluster aeroespacial queretano a la penta hélice.

¿Qué se espera, con esta manera ampliada de ver el desarrollo del sector?, un paso en la construcción de escenarios, proyectos o políticas públicas en el mejor de los casos, que consideren el desarrollo de la cadena de proveeduría cuyo capital, de origen, se preponderantemente nacional, con proyectos respaldados por las universidades, los centro de investigación, y por supuesto el gobierno, apuntando a lograr contratos con compañías Tier 1, Tier 2 o Tier 3, si no es que incluso con OEM (Original Equipment Manufacturer, por sus siglas en inglés) dentro y fuera del país.

Desde principios de año, ya se cocinaba esta iniciativa, y las empresas de jóvenes emprendedores hoy incorporadas al AeroCluster de Querétaro, se alistan para la construcción de las iniciativas que detonen proyectos, que aprovechen su tecnología y sobre todo, que les permitan hacerse de un lugar en el ecosistema aeroespacial de nuestra entidad. La apuesta es grande y las oportunidades invaluables, hoy #DesdeCabina, lo celebro ampliamente.

@Jorge_GVR

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