Se encuentra en manos de la prensa el primer tráiler de la película de Luis Estrada, que se titula La dictadura perfecta, en honor del escritor peruano Mario Vargas Llosa, pero que debería titularse La película de un presidente con copete, en honor a cierto mandatario.

A estas alturas, las primeras imágenes ficcionadas de cierto presidente que ha convertido la residencia de Los Pinos en un foro más de Televisa, seguramente ya circula en redes sociales y más pronto que rápido se leerán los primeros “memes” de los personajes de la política nacional de la última década.

Sucede que el cineasta, más mañoso que hábil, ha lanzado una convocatoria para que la gente escriba mensajes a través de Twitter y con el hashtag  #LaDictaduraPerfecta, y los mejores se ganarán un iPad Mini como premio.

El propósito de Estrada es despabilar a todos los usuarios de Internet y darles motivo para iniciar una campaña mediática donde no existe el menor cariño ni miramiento contra cierto presidente.

La intención de Estrada es llegar a esos jóvenes que sólo han tenido a Internet como aliado para expresar sus frustraciones sobre el quehacer nacional. Activistas de la web donde nació y murió el movimiento #YoSoy132, por ejemplo.

Antes de llamarse La dictadura perfecta, la película de Luis Estrada se llamó inicialmente La verdad sospechosa, pero los títulos de esta sátira política es lo menos sospechoso de todo el proyecto fílmico.

Sucede que Televisa aportó 20 millones de pesos para distribuir la película que habla de actrices de telenovelas convertidas en primera dama y luego se arrepintió y dejó que la lanzara a los cines una empresa pequeña, llamada Alphaville, del veterano distribuidor y querido amigo Alfonso López.

Sucede también que Emilio Azcárraga Jean y sus socios son productores de esta historia de desatinos políticos, donde los ricos se burlan de los pobres planeando el devenir de un país como si fuera la trama de la una telenovela barata de Carla Estrada.

No les contaré todo el drama entre Bandidos Films -empresa de Luis Estrada- y Videocine -productora y distribuidora de Televisa- el asunto es que firmaron un “divorcio” por “diferencias irreconciliables”, pero nadie les cree que hayan terminado del todo.

Lo más raro de todo es que lo que sucede ahora con La dictadura perfecta, sucedió con El Infierno, una película sobre la política nacional y el crimen organizado. Televisa produce y no distribuye.

Como en las cuatro películas anteriores de Estrada, desde La ley de Herodes, de 1999, la primera película sobre donde se habla, con sus tres letras y sus tres colores patrios, sobre las corruptelas del viejo PRI. Son sátiras políticas y pretenden ser divertimentos populares que sirvan como válvulas de escape de la presión social.

No les contaré gran cosa de la película, porque todavía ni está completamente terminada, pero les puedo adelantar que el personaje que hacer Sergio Mayer es genial. Imagíneselo interpretando a un presidente que llega al poder si n tener idea un plan nacional y le encanta salir en televisión, que aparece en sus discursos siempre bien vestido como muñequito de porcelana en vitrina, que adora a las actrices de telenovelas y que para más señas, tiene un copetito tipo Astro Boy.

Imagínese también al actor Damián Alcázar de gobernador que tiene una anexo de su despacho en una table dance. Piense también en Joaquín Cosío como un político corrupto que recibe fajos de dinero mal habido, amarados con ligas.

Como siempre sucede en las películas recientes de Luis Estrada, cualquier parecido con la política nacional de un país surrealista como el nuestro, no es una coincidencia. FIN.

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