De acuerdo con un artículo publicado en El País estos son los pasos del Impacto Emocional de una Pandemia: 1. La llamada “Hay un nuevo virus…” 2. Negación “Esto no va a ocurrir aquí”, 3. Rabia “¿Por qué no se han tomado medidas antes?” 4. Miedo “¿Qué va a pasar? ¿Y si me enfermo y no hay medios?” 5. Aceptación “Estoy triste” “Me siento vulnerable” 6. Nuevos hábitos “Me cuido” “Veo la oportunidad de aprender” “Ayudo a otros” “Confío en lo que me está enseñando” 7. La Pandemia Pasa “He aprendido y soy más fuerte”

Sin duda nosotros pasamos y pasaremos por todas estas etapas. Pero ante una pandemia mundial, que ha generado una crisis social, económica y humana de niveles pocas veces vistos en la época moderna, muchos son los cuestionamientos sobre el manejo que los gobiernos están dando al coronavirus y la administración de sus etapas, donde se confrontan dos temas esta vez casi irreconciliables, la economía y la salud, habiendo en esta última vidas de por medio.

A pesar de la gravedad de la situación que vive el mundo y donde nuestro país no es, ni será la excepción, la crisis sanitaria pasará y vendrán evaluaciones científicas, académicas y por supuesto políticas. Los indicadores de mayor peso serán el número de contagiados, número de muertos, colapso o no de la infraestructura hospitalaria, así como el porcentaje de la caída del PIB en cada nación. Bajo estos datos se medirá si se tomaron, o no, las decisiones adecuadas.

Algunos líderes saldrán como el cohetero, ante lo subjetivo que puede llegar a ser la evaluación pasada la tempestad. Si la estrategia es alargar la epidemia y sus etapas para no saturar las capacidades hospitalarias de tratamiento, entonces será la economía la que sufra y con ella los desempleados y las empresas quebradas, pequeñas, medianas, grandes y muy grandes, condenando también a una recuperación económica más lenta.

Si el llamado no es restricción total de salir y circular por los lugares públicos, salvo casos previstos como indispensables, cuidando que no se derrumbe la economía, ya afectada y mucho, entonces se acusará al gobierno mexicano por asumir esta estrategia, que pondría en riesgo vidas con tal de tratar de conservar algo de movimiento económico.

Si toman medidas drásticas de total aislamiento social podría haber más hambre, menos trabajo.

Con respecto a los indicadores podemos adelantar algunos, el PIB será negativo en 2020 y no poco, JP Morgan calcula que la caída para México será de hasta 7%. El número de enfermos no lo sabemos pero parece empezar en esta fase un crecimiento exponencial de contagios no importados, lo que al final será determinante para las muertes que pudieran provocarse por el virus.

Mientras tanto mucha politiquería que nada ayuda, algunos tratando de utilizar esta desgracia a su favor, sin escrúpulos ni aportaciones, mientras que más de un oportunista ha llamado a una unidad que jamás han procurado, salvo cuando es en torno a ellos. Otros se convierten en epidemiólogos de facto y hacen una selección de clases sociales como portadores o no del virus.

La vocería del gobierno federal es de un médico especialista y experimentado en epidemias, quien, es cierto, se resbaló ya una vez con el tema del escudo moral, pero no por eso debe perder credibilidad. En estos últimos dos días el subsecretario ha caído en otro error, salirse de su área de especialidad para entrar a algo que no es lo suyo, los temas económicos y empresariales, aunque se entiende que a él le han dado esa indicación, que comunique más allá de lo que es su área de conocimiento científico. Al final, estamos hoy en manos de un grupo de expertos, el Consejo de Salubridad General, que la tiene complicadísima. Parece que al privilegiar la economía se ponen en riesgo vidas, sin saber cuántas, pero al privilegiar estas se ponen en riesgo millones de trabajadores y sus familias. Así de complejo decidir.

Abogado con maestría en Políticas Públicas. @maximilianogp

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