El espíritu del tiempo le exige al estado de Querétaro, hoy día, la construcción de una nueva identidad cultural. En efecto, la propuesta del Ejecutivo Somos Querétaro es sumamente oportuna debido a los riesgos a la seguridad humana de los habitantes de la región al no poseer un sentido de pertenencia, por ser personas que inmigraron a Querétaro por decisiones de acuerdo a su interés.

Debido a las contundentes oleadas de inmigración, primordialmente, hacia las zonas urbanas del estado, los conglomerados de migrantes son de una infinidad de estados de la república mexicana. Se asientan en lugares de residencia donde no se conocen unos con otros y donde predomina la identidad cultural de sus lugares de origen. Este fenómeno social empezó a expresarse desde el arribo de individuos de la Ciudad de México al estado de Querétaro a partir de los terremotos de septiembre de 1985. A estos se les rechazó, despectivamente, bajo el estigma de “chilangos”, y el grito de guerra fue: “haz patria, mata un chilango”. Así, ha transitado el fenómeno hasta la actualidad, con cambios de matices a lo largo de la historia. Desde luego, no ha estado exenta la cultura del odio.

A finales de la década de los años 80, escribí un ensayo denominado: “Cambios culturales en Querétaro, del puritanismo a la modernidad” donde destaqué la importancia de crear un “nuevo modelo de significación (cultural)” que diera paso a la configuración de la nueva identidad queretana. Esto, a partir de la confrontación de sensibilidades entre los puritanos queretanos de entonces y los “chilangos” provenientes de la Ciudad de México. La posibilidad estribaba en edificar la nueva identidad queretana, privilegiando los valores de la convivencia en un ambiente de diálogo, respeto, tolerancia y paz.

En ese entonces y posteriormente, destaqué la necesidad de una política pública que ejerciera ese trabajo de obra negra descrito anteriormente. Por esta razón, saludo el proyecto del Ejecutivo deseando su operatividad con suma creatividad y no se diluya en el olvido burocrático-publicitario. La identidad cultural inhibe el fenómeno de la violencia, genera el acompañamiento y solidaridad entre los habitantes. Esta es una posibilidad histórica para evitar el franco deterioro de la malla social. No es tarea fácil.

Si se desperdicia la coyuntura cultural, sin duda veremos expresiones de violencia social sorpresivas e inusuales en el territorio queretano. Ya destaca el hecho, por la calidad de su expresión, del caso del joven Daniel Franco quien recientemente falleció, presuntamente, por la violencia policial en el municipio de Huimilpan, así como el secuestro temporal, a contrapelo, del secretario de Gobierno Juan Daniel Nava por habitantes del municipio dispuestos a hacerse justicia por su cuenta. No pasó a mayores, por fortuna, la retención del funcionario.

Somos Querétaro es un ideal gubernamental de reforzar valores, fortalecer la familia y reparar la comunidad que exige trabajar a marchas forzadas en el marco de una política pública altamente creativa y arquitectónica. Así pues, la identidad implica generar el imperativo moral en la relación entre un “yo” y “ellos” para crear un “nosotros” y evitar a toda costa la relación antagónica “nosotros-ellos”, solo así el estado de Querétaro gozará de una franca paz social. Nos leemos el próximo jueves.

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