La misión de educar es de la mayor trascendencia; inicia desde la familia, en la cual los padres tienen una responsabilidad relevante, y a los pocos años de la vida del niño se ve reforzada con la enseñanza en las instituciones educativas, siguiendo la garantía que emana del Artículo 3° de la Constitución Política que rige a nuestro país, el cual indica, en su primer párrafo: “Toda persona tiene derecho a recibir educación. El Estado —Federación, estados, Ciudad de México y municipios— impartirá educación preescolar, primaria, secundaria y media superior. La educación preescolar, primaria y secundaria conforman la educación básica; ésta y la media superior serán obligatorias”. En el tercer párrafo de este mismo artículo se indica: “El Estado garantizará la calidad en la educación obligatoria de manera que los materiales y métodos educativos, la organización escolar, la infraestructura educativa y la idoneidad de los docentes y los directivos garanticen el máximo logro de aprendizaje de los educandos”.

Es precisamente este tercer párrafo el que explica y justifica la pertinencia y el deber de llevar a cabo la reforma educativa, que entre otras cosas atiende la infraestructura y la idoneidad de los docentes para lograr el aprendizaje de los alumnos, el cual se ha mostrado con serias deficiencias y ha requerido de regulaciones que garanticen elevar la calidad de los maestros, en beneficio de los estudiantes y del país mismo. Para garantizar la prestación de servicios educativos de calidad, se crea el Sistema Nacional de Evaluación Educativa, como lo señala la fracción IX de este mismo artículo.

Es menester reiterar que la educación es uno de los instrumentos más poderosos para reducir la pobreza y la desigualdad; así se establecen las bases para un crecimiento económico sostenido.

En lo que respecta a la calidad del sistema educativo mexicano, el estudiante promedio ha obtenido una calificación más baja que la media, en la evaluación PISA de la OCDE, en lectura, matemáticas y ciencias. El estudiante promedio en Finlandia obtuvo la mejor calificación, lo que convierte a Finlandia en uno de los países de la OCDE más fuertes en competencias de los educandos.

Lo expresado aquí enfatiza la gran responsabilidad que tienen el Estado y los maestros para responder a los anhelos de millones de niños y jóvenes que luchan y merecen mejores oportunidades, con soporte en una educación de calidad, con docentes bien preparados, de vocación y compromiso social.

Los maestros deben permanecer a salvo de la demagogia, con la cual frecuentemente son alentados por líderes irresponsables que sólo los utilizan con propósitos electorales ofreciéndoles privilegios impropios que únicamente conducen a consecuencias funestas, como el crecimiento de la pobreza, violencia y problemas sociales, poniendo en riesgo la prosperidad de la nación.

Un maestro debe ser ejemplo de esfuerzo, congruencia, sensatez, superación, ética y dedicación, de civismo y compromiso con la noble labor que tiene encomendada. Un buen maestro debe honrar su labor y nunca poner como rehenes a los educandos, no debe ausentarse de su encargo y sí siempre debe realizarlo con entusiasmo, motivando a sus alumnos para el mejor aprendizaje, capacitándose continuamente para brindar educación de calidad.

Ha sido un gran honor haber sido maestro de la Universidad Autónoma de Querétaro desde 1983, mi alma máter.

Sincero reconocimiento a los maestros en la educación básica que recibí, a mis profesores de la UAQ y de la UNAM, así como a todos los maestros comprometidos con el progreso de nuestro país.

La entrega de un maestro al quehacer educativo ha de surgir de motivaciones profundas, cuando optó por la labor más esencial para cualquier sociedad que aspire a civilizarse en el pleno sentido de la palabra.

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