Fue un 11 de junio de 2005 cuando, en mi responsabilidad como secretario de vinculación de una universidad pública de gran impacto en Querétaro, presentaba las capacidades educativas, tecnológicas y de gestión que podía ofrecer la universidad —y de manera indirecta el estado—, a una empresa fabricante de aeronaves. Semanas después se inició una carrera contra el tiempo y contra otras entidades federativas que concluyó con el anuncio, el 26 de octubre del mismo año, de la llegada de esta empresa que fabricaría componentes estructurales y eléctricos de aeronaves.

Renacía así la industria de la manufactura aeronáutica en Querétaro y con ese renacimiento —ya existían un par de compañías que se desempeñaban en los servicios de ingeniería y mantenimiento aeronáutico—, se creaban los primeros programas de formación para tal efecto. Así empezó todo.

Hoy, después de mas de 16 años, un sinfín de experiencias, dentro de las que sin duda se destaca la creación y operación de la Universidad Aeronáutica en Querétaro, la UNAQ, concluyo un ciclo como piloto —Rector— de esta aeronave. Las experiencias han sido increíbles:

Los proyectos con las compañías aeronáuticas, las visitas de infantes con sus familias, la recepción de personalidades nacionales e internacionales, el reconocimiento de propios y extraños ante la Universidad, así como el cúmulo de anécdotas e historias que compartí con un equipo de personas increíbles, son una marca indeleble que llevaré conmigo y que atesoraré toda mi vida.

Fue un honor trabajar y sobre todo divertirme junto a tantos compañeros y una diversidad de organizaciones públicas y privadas.

La mayor de mis recompensas siempre será la sonrisa de aquellos que pasaron por nuestras aulas y talleres, así como de sus familias avizorando un futuro prometedor, cuyos cimientos construyeron a través de su paso por nuestra universidad, en nuestros laboratorios, aeronaves, eventos académicos y sobre todo, siendo formados por nuestros compañeros profesores e instructores, que sin duda marcaron la diferencia. Debemos sentirnos muy orgullosos todos en la triple hélice.

Con mucha emoción, pero sobre todo con una inmensa gratitud, #DesdeCabina, me despido de la comunidad universitaria, de los consejeros en todos los órganos colegiados, de las autoridades que le dieron vida a la institución, de aquellos que la han potenciado a lo largo de los años, de las empresas, fuerzas armadas, representaciones diplomáticas, de mis compañeros de trabajo a lo largo de los años y sobre todo, de los jóvenes estudiantes y sus familias, quienes sin duda alguna vieron “Un cielo de oportunidades” en la UNAQ para construirse un porvenir desde el cual ser útiles al país.

Lao Tse decía que la gratitud es la memoria del corazón, así empezaba su discurso Michelle, estudiante de ingeniería, en mi último evento con estudiantes como rector de la Universidad. Michelle agradecía a los miembros de la comunidad por el apoyo que ella y sus compañeros del equipo representativo Kaan Sat (competidores estudiantiles en manufactura de can sats) recibieron a lo largo de los años; la frase con la que inició su participación, mas que motivar esta colaboración, sembró en mi corazón la certeza de que uno se vuelve parte de los lugares, personas o instituciones en donde se ha dejado el cariño, el talento y porque no, el corazón. Es mi caso.

Estoy seguro que lo mejor para la UNAQ y su comunidad está por venir, les deseo mucho éxito, bendiciones y mayor impacto del que se logró a lo largo de casi 14 años. Seguiremos volando cerca, de eso estoy seguro.

@Jorge_GVR

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