Hace unos días se anunció la adhesión del Frente Nacional por la Familia de Querétaro a la “Marcha Nacional por la Familia”, misma que se celebró ayer en la capital queretana. ¿Qué representa esta marcha? Según los informes publicados, esta marcha, que se aseguró pacífica, ha tenido como objetivo manifestar su apoyo a tres cosas: a la vida, a la familia tradicional, y a las libertades fundamentales. El primer punto tiene que ver con la preservación del feto y la animadversión al aborto; el segundo hace referencia a la preservación de la familia compuesta por padres y madres heterosexuales; y finalmente, el tercero se refiere, supuestamente, al gozo de libertades como la seguridad y tranquilidad de la vida en sociedad. ¿Qué lectura podemos darle a esta marcha?

Primero que nada hay que centrarse en las “demandas” o los objetivos de este evento. Supongamos que el tercer punto que manifiestan es ciertamente acerca de vivir en seguridad y tranquilidad. Eso no tiene ninguna connotación ideológica, más bien es una preocupación generalizada de poder vivir tranquilo en sociedad y no tener problemas de violencia e inseguridad. No obstante, los primeros dos puntos claramente muestran una postura en particular: la conservadora.

Históricamente en los países el conservadurismo ha tenido apoyo de los aristócratas, así como de la Iglesia, y en ocasiones de grupos radicales que se han abocado a no tener ningún tipo de cambio en la sociedad, preservando el status quo que les beneficia. En este contexto, los organizadores de esta marcha apelan por mantener un estado social de antaño, sin aceptar el hecho de que justo como sucede con las ideas, las sociedades cambian a través del tiempo, por lo que nosotros como individuos tenemos que actualizarnos y abrazar esos cambios siempre y cuando sean benéficos para la sociedad.

En una democracia, como la que tenemos, todos los ciudadanos tienen voz y voto, por lo que cada persona puede expresar su pensamiento, sea cual sea mientras no dañe a terceros de manera severa ni incite a la violencia. Por ello, las personas que se niegan a que exista una apertura en los distintos tipos de familias, es decir, de la familia de madres o padres homosexuales, están fomentando un discurso excluyente y discriminador, lo que genera diferentes tipos de violencia, misma que, según la marcha bajo su tercer punto buscaba erradicar.

Por otra parte, con respecto a la defensa de la vida, y la oposición al aborto, hay que tratar los asuntos sociales —y que de cierta manera le compete al Estado regular— desde una perspectiva puramente social, y no religiosa, como  antaño se hacía. Desde luego cada quien puede tener su creencia religiosa, si es que quiere, pero lo cierto es que el aborto es un tema social, y no de ningún dogma religioso. La vida no le compete a una entidad divina, sino al padre y más aún a la madre en cuyo vientre se gesta el feto. Es la madre quien decide acerca de su propio cuerpo y quien de manera última decide, con base en las razones particulares de cada caso (violación, situación económica desfavorable, incapacidad por causas laborales, o cualquier decisión personal) seguir con su embarazo o no.

Claramente muchas personas no les “ha caído el veinte” acerca de la necesidad de la existencia legal del aborto, y tampoco acerca de la gran importancia de seguir desarrollando una sociedad incluyente. En cambio estas personas se han refugiado y justificado sus acciones en pensamientos religiosos y conservadores que lo único que provocan en fragmentar y polarizar la sociedad, creando en algunos casos confusión y en otros resentimientos que lo único en lo que podría desencadenar sería en violencia. Hagamos conciencia y miremos hacia el futuro, con una actitud progresista que beneficie a la sociedad, y no a lo arcaico y obsoleto en un mundo de cambios vertiginosos de todo tipo.

niels.rosas@gmail.com
@NielsRosasV (twitter)

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