El bajo crecimiento económico, los modos no sostenibles de producción y consumo de alimentos, la transición demográfica, epidemiológica y nutricional están poniendo en riesgo la seguridad alimentaria de AL y el Caribe.

La nueva edición del Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe 2019, publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y el Programa Mundial de Alimentos, destaca que, por cada persona que sufre hambre en la región, más de seis padecen sobrepeso u obesidad. La prevalencia del sobrepeso está aumentando en todos los grupos de edad, especialmente en adultos y en niños. En la actualidad, casi un cuarto de la población adulta de la región sufre de obesidad, mientras que el sobrepeso en menores de 5 años ya alcanza el 7,5%, por encima de la prevalencia mundial del 5,9%.

No solo ha crecido la obesidad, también el hambre: entre 2014 y 2018, la subalimentación aumentó en 4,5 millones hasta alcanzar un total de 42,5 millones de personas, principalmente debido al deterioro de la seguridad alimentaria en un número reducido de países. Por su parte, la inseguridad alimentaria —entendida como la interrupción parcial o total del acceso a los alimentos— afecta a 187 millones de personas en nuestra región, especialmente a las mujeres: 69 millones sufren inseguridad alimentaria, frente a 55 millones de hombres.

El panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe explica estos cambios a partir de los entornos alimentarios, entendidos como los espacios de interacción entre las personas y las condiciones físicas, económicas, políticas y socioculturales que influyen en la manera en que adquieren, preparan y consumen alimentos. Esto no es una tragedia sin solución. Al contrario, existen numerosas alternativas.

La única manera de enfrentar el alza de la mala nutrición en la Región es mediante iniciativas urgentes y armonizadas de los gobiernos y de los distintos sectores y actores del sistema alimentario. América Latina y el Caribe está llena de buenos ejemplos de solución a esta grave crisis. La gran tarea que aún nos queda por delante es diseñar y poner en marcha estrategias integrales que tengan el alcance y la urgencia requeridos por la enorme magnitud que plantea este desafío.

Representante Regional de la FAO

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