No soy necesariamente alguien sencillo, es decir, me caracterizo por encontrar las soluciones, elegir los caminos, o simplemente hacer las cosas de un modo que en muchas de las ocasiones no parece el más simple o natural. Los que me conocen, además de sufrirlo —quizá muy pocos lo disfrutan o aparentan que lo hacen—, saben que este modo de ser o de actuar me ha traído incontables complicaciones, retrasos, discusiones y uno que otro regaño; sin embargo, he aprendido mucho, he conocido, experimentado soluciones y escenarios que normalmente no hubieran aparecido si la decisión o trayecto hubieran sido los más simples u obvios.

Elegir el camino o la solución más lógica sin duda tiene que ver más con la experiencia, el conocimiento del tema o materia que, con el estilo personal; sin embargo, también el camino menos lógico trae nuevos derroteros, genera maneras diferentes de ver los problemas, reta y cuestiona el status quo de las cosas, y en ocasiones, bien probadas, produce nuevos caminos, crea mercados y produce cambios en la sociedad.

Basta voltear a ver la empresa de la manzana, para entender que el empecinamiento, la visión y una manera obsesiva de diseñar, fabricar, presentar y llevar al mercado un producto, crearon el mercado de la telefonía celular inteligente, sin el cual no podríamos leer estas líneas en las computadoras de bolsillo que caben en la palma de nuestra mano.

Esta mañana, #DesdeCabina, quiero traer a la entusiasta comunidad de lectores de este espacio, la reflexión respecto de la elección de la simplicidad y la combinación a veces necesaria de la elección de la complejidad (dicho esto último para contrastar al máximo una elección no convencional).

La motivación de esta reflexión es que en repetidas ocasiones he tenido la “fortuna” —por no llamarla necedad— de tomar la decisión o decisiones que me han llevado por el camino más largo, el más tortuoso o simplemente el menos natural; en el trayecto he conocido personas y lugares, aprendido de mis propias limitaciones y mis fortalezas y en general he crecido y construido más de lo que podría haber destruido. Es en este modo personal, que seguramente comparto con algunos de los que me leen, en el que he encontrado resultados y sobre todo utilidad hacia los demás con mi desempeño personal y profesional.

En esta reflexión se asoma, indiscutiblemente, la extrapolación hacia la vida pública de nuestro país, las decisiones sobre el modelo económico, educativo y social que habrá de seguir el país en los siguientes años y, sobre todo, el entendimiento respecto a la creación de un valor público para la sociedad mexicana.

En este mismo orden, el trabajo que corresponde a muchos desde el servicio público es encontrar un funcionamiento sencillo, eficaz, eficiente en el contexto tan retador que hoy vivimos, sin que ello impida atreverse a idear, probar y actuar fuera de lo normal, lejos de esa puerto seguro y tranquilo que brinda la operatividad existente de los programas, de las instituciones y del trabajo cotidiano en lo general. Es fabuloso cumplir objetivos y alcanzar metas, es extraordinario aprovechar al máximo los recursos para lograrlo, pero no se debe olvidar jamás, que en ocasiones la complejidad, adecuadamente gestionada, nos hace crecer y conseguir grandes cosas con su magia.

@Jorge_GVR

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