La semana pasada dije que las dos preguntas que me parece fundamental plantearse sobre el gobierno de AMLO son: ¿De verdad va a poder cumplir todo lo que le prometió a todos los que le prometió? ¿De verdad podemos tener esperanza?

Además de los pobres y lo que ellos esperan, hay otros que también esperan que la “cuarta revolución” les haga justicia.

Allí están grupos corporativos, como los maestros de la CNTE, las guardias comunitarias y los comuneros. Los de Atenco avisaron que quieren ser tomados en cuenta para las decisiones sobre el nuevo aeropuerto; los maestros han amenazado con salir a las calles, y organizaciones de derechos humanos se han opuesto a los anuncios del próximo secretario de seguridad pública respecto a los migrantes centroamericanos. Y están quienes se niegan a aceptar lo que ha dicho el próximo presidente. Los trabajadores del Estado que no quieren irse de la CDMX y los magistrados de la Suprema Corte que no quieren que les bajen sus sueldos y pensiones. Están también los campesinos, a quienes se les prometió revivir el campo, y aquellos a quienes se ofreció amnistía por sembrar lo que se convertiría en droga. Están los parientes de las víctimas y quienes viven en zonas de enorme inseguridad y delincuencia, a quienes se les aseguró que se acabaría eso.

Están además los que siempre estuvieron con él, a quienes los muchos años de dedicación no les han merecido recompensa. Julio Boltvinik escribió: “Estamos muchos descontentos con algunas cosas que hiciste durante la campaña: aliarte con un partido de derecha e incorporar a tu equipo a militantes de la derecha mexicana (les diste espacio en candidaturas o gabinete, desplazando a militantes de izquierda que te han apoyado mucho tiempo)”.

Amigos personales de AMLO también han dicho que esperan que la amistad de tantos años signifique algo al repartir cargos, pero hasta ahora no saben si eso sucederá, porque allí están, en curules, alcaldías, gubernaturas y direcciones, personajes salidos del oportunismo.

Pero, sobre todo, lo están esperando el Ejército y la Marina, que se la han jugado por todos nosotros desde que los mandaron a la batalla contra el narco y la delincuencia y, sin embargo, los han acusado de ser responsables de la violencia. A ellos AMLO los maltrató durante la campaña, pero aún no se ha reunido con ellos para sellar esa reconciliación que ha insistido en que será el signo de su gobierno y que ha presumido con los empresarios y sus adversarios políticos.

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