Convertir ocurrentes ideas fuerza como “abrazos, no balazos”, en supuestas estrategias de gobierno, aprovechando su fácil ingesta entre los sectores más intuitivos de la sociedad —por la capacidad de sugerir cosas buenas, deseables, aspiracionales—, ha sido una propuesta propagandístico de este gobierno.

El problema surge cuando los sectores intelectuales y críticos piden los documentos donde se definen los presupuestos, objetivos, planes, metas, responsables y resultados a alcanzar. Y no los hay en la Presidencia de la República ni en ninguna dependencia del Ejecutivo Federal. Aún más, ninguno de los titulares de estas los conoce, ni las propias “corcholatas” que desean dar continuidad al “modelo”.

La “estrategia” de “abrazos y no balazos”, carece de un marco conceptual, doctrinal, metodológico, analítico y procesal que permita a la sociedad conocer sus fundamentos, objetivos, prioridades, indicadores de éxito, resultados parciales por año, dependencias a cargo, etcétera. No hay antecedentes ni referentes históricos, ni una estructura lógica de pensamiento en la que se sustente.

El reciente asesinato de dos sacerdotes misioneros jesuitas, que invirtieron más de 40 años de su vida en ayudar a los pobres a tener mejores condiciones de vida, y de un guía de turistas, dentro del templo católico de la comunidad Cerocahui, en Chihuahua, ha sido ocasión para hacerle ver al presidente que su “estrategia” no sirve y reiterarle la urgencia de cambiarla, a la que ya se ha sumado la propia Iglesia Católica a través de la CEM; la consternación del Papa Francisco por el asesinato de dos de sus hermanos jesuitas, y el reclamo de garantías de seguridad de la propia Compañía de Jesús.

La única evidencia demostrable es la entrega del territorio nacional a la delincuencia consentida (aceptada y afectivamente cercana), lo que hace suponer la existencia de un pacto por el que se beneficia y protege a Morena a cambio de operar impunemente y expandir su presencia en el país, lo que contrasta con la inútil creación de la Guardia Nacional y el abultado presupuesto que a ella se destina para no hacer nada…

Este pasado jueves 23, EL UNIVERSAL, en la pluma de Alejandro Aguirre Guerrero, se refiere al tercer intento de dos secretarios vinculados a las áreas de seguridad del país que entregaron tres carpetas al Presidente con información justificativa de la necesidad de cambiar la “estrategia” de “abrazos y no balazos” y de cómo, luego de enterarse de su contenido, fueron arrojadas por este al suelo para, con enojo, regañarlos por su nuevo atrevimiento y reiterar que su infundada “estrategia”, por la que él recibe los abrazos, y los demás los balazos, no cambiará.

Conforta saber que hay quiénes sí tienen claros sus objetivos y los cumplen a pesar de los regaños. Su lealtad al país, a las leyes y a las instituciones está firme. Y estoy seguro de que seguirán, por el bien del Presidente y de su gobierno, insistiendo en ello a pesar de los regaños. Preocupa que el Presidente no escuche ni entienda la realidad y que esté extraviado en sus ensueños ideológicos.

Nadie se explica en qué le beneficia al país que vayamos a la consolidación de un narco estado, ni por qué se desatiende la demanda social, incluida la de más 123 mil familias, víctimas de la violencia, de cambiar una estrategia diseñada para no servir.

Nadie sabe qué mueve en su fuero interno al presidente para incumplir sus deberes constitucionales.

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