Sin duda que cualquier sector industrial representa un reto para toda la cadena de valor que se ve involucrada en su establecimiento, desarrollo y consolidación; sin embargo, existen algunos sectores industriales que por tratarse del manejo de alta tecnología, su alto costo de operación y establecimiento u otras características especiales, se vuelven un tanto más complejos. Ese es el caso del sector aeronáutico, cuya principal característica es la seguridad que dicho medio de transporte debe tener para el traslado de carga o pasajeros.
 
El sector aeronáutico además considera varios sub sectores o industrias: la industria del diseño y manufactura de componentes, sub sistemas y ensamble de aeronaves; la industria del mantenimiento y reparación de componentes, sub sistemas y las aeronaves mismas; la industria de las operaciones aeronáuticas (gestión de aerolíneas, aeropuertos y el transporte de carga y pasajeros, entre otros), por mencionar las más representativas.
 
Ahora bien, tanto para los que tenemos la fortuna de formar parte de este demandante sector, como para los que indirectamente se ven relacionados con él, la presencia desde hace algunas décadas de esta industria y su relanzamiento en 2006 a partir de la llegada de la canadiense Bombardier ha impuesto un nuevo ritmo de trabajo y desarrollo de las capacidades de nuestra entidad en su conjunto. Por un lado está la rápida evolución en la que nuestras ciudades y municipios se han embarcado para recibir cada vez más cotidianamente al turismo de negocios, gestionar la convivencia con comunidades extranjeras y expatriados junto a sus familias, el desarrollo de infraestructura industrial, de servicios y más importante aún el de las capacidades educativas que sustenten la evolución y desarrollo de todo el sector en su conjunto.
 
En éste último elemento es donde se ha concentrado uno de los mayores retos y esfuerzos de nuestro estado, no solo porque ha significado la creación de una institución enteramente dedicada al sector, si no porque de paso ha influenciado positivamente la creación o consolidación de programas de formación técnica desde bachillerato hasta nivel profesional incluyendo también la formación de investigadores y el desarrollo tecnológico en los centros públicos o privados de la entidad.
 
Sin embargo también representa, en términos de retos y oportunidades para las Instituciones de Educación de la entidad, la incorporación de paradigmas de enseñanza que aseguren el desarrollo de capacidades y competencias en dos grandes ejes, las llamadas competencias duras (hard skills por su denominación en idioma inglés) y competencias suaves (soft skills). Las competencias duras son aquellas relacionadas con los conocimientos técnicos, las ciencias exactas, el conocimiento de la tecnología, la administración de proyectos y por supuesto aquellos conocimientos especializados asociados a los sectores industriales específicos (certificaciones, gestión de la calidad, etc.) todas ellas con el único objeto de construir el saber hacer en las personas. Por su parte, las competencias suaves son aquellas que complementan la formación de las personas (y en muchas ocasiones hacen la diferencia en el desarrollo de los individuos) para su desempeño profesional y su adecuada participación ciudadana, algunas de estas competencias incluyen la resiliencia, el liderazgo, el trabajo colaborativo, comunicación asertiva verbal y escrita, enfoque multicultural (no exclusivamente el dominio de una lengua extranjera), manejo de equipos, disciplina, sentido de urgencia y enfoque sistémico.
 
Todo estas competencias se listan muy rápidamente, pero es aquí donde se presenta el reto para las instituciones; cómo es que pueden incorporarse, con los recursos y política pública con que se cuenta en la actualidad, aquellos programas o acciones que permitan formar a nuestros docentes, o mejorar la infraestructura de las instituciones, o más aún contar con programas educativos pertinentes y soportados por la sociedad en su conjunto; cómo o qué se debe hacer para formar a los individuos con las mejores competencias para incorporarse al siguiente nivel educativo, para sumarse al mundo productivo de cualquier sector industrial o para emprender en este mundo globalizado; estas son algunas de las preguntas, algunos de los retos y oportunidades en el quehacer educativo, no con un enfoque limitado o de corto plazo, sino para formar ciudadanos para el mundo, desde Querétaro.
 

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