Para Héctor de Mauleón, cronista de nuestro desastre.

La tarde de ayer quedó sellada una nueva apuesta del gobierno de López Obrador para lograr una contrarreforma educativa que resulte de una conciliación, casi imposible, en el brevísimo plazo de una semana. La fecha fatal marcada desde Palacio Nacional es el martes 14, víspera del Día del Maestro, frecuente marco para revueltas magisteriales.

La Cámara de Diputados recibirá de regreso desde el Senado una maltrecha minuta con decenas de impugnaciones, muchas de ellas de simple redacción, opuestas por el PRI y Movimiento Ciudadano, que habrían sido irrelevantes si durante la votación en la cámara alta del 30 de abril se hubiera dispuesto de solo uno más de los votos de tres legisladores de Morena ausentes. Pueden presumirse compromisos externos al menos en el caso de Salomón Jara, senador por Oaxaca.

No faltan quienes ven hilos de titiritero extendiéndose desde Jara hasta la siempre volcánica Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), con epicentro oaxaqueño, que en estas horas pone a prueba las capacidades negociadoras de Esteban Moctezuma, secretario de Educación, entre otros integrantes del gabinete presidencial —no tantos como quizá fueran necesarios.

Existe la pesadilla compartida de una CNTE protagonizando durante toda la administración López Obrador el ciclo infernal reclamos-movilización-acuerdos arrancados-nuevos reclamos. Pero expondrá su cabeza aquel que le prometa al Presidente que tal peligro quedará conjurado si la nueva reforma es pasada por el Congreso, o si las próximas leyes reglamentarias en la materia ceden más control a los disidentes.

No es casual que el activismo de la CNTE esté siendo acompañado por expresiones de grupos guerrilleros que asumíamos en el baúl del pasado, como el EPR y algunas de sus derivaciones, también de simiente oaxaqueña. Tomó más de dos décadas constreñir a dos o tres estados la fuerza de la Coordinadora y sus aliados, hasta el rebrote expansivo en el sexenio de Peña Nieto. Si vence la tentación de regresar las cosas al 2013, antes de la reforma educativa, puede exigir dos décadas más lograr un orden de cosas razonablemente favorable para mejorar la calidad educativa.

Mientras tanto, Mario Delgado, coordinador de Morena en San Lázaro, encarará sus horas más difíciles en el puesto. El miércoles, con sesión de Congreso general, deberá supervisar que la minuta llegue a dos comisiones legislativas clave; que se decrete un receso, se dictamine y vaya al pleno para ser votada y aprobada, como ocurrió ya una vez gracias a un pacto que se adivina arduo y costoso. De inmediato iría al Senado.

Delgado deberá estar en sincronía con múltiples actores de las bancadas, pero también construir los siguientes pasos con su homólogo senatorial, Ricardo Monreal, quien en paralelo tratará de amarrar acuerdos en otros temas tan delicados como Guardia Nacional, extinción de dominio y paridad de género.

Siempre los malabarismos son cautivadores, pero pueden acabar en desastre.

Apuntes: Triste figura la del Partido de la Revolución Democrática en su 30 aniversario. Uno de sus líderes más notables reporta al fisco ingresos mensuales de seis millones de pesos por concepto de renta de inmuebles de su propiedad. Sus caciques más notables, con curules en San Lázaro, muestran ante Morena docilidad plena. Su ex presidenta, Alejandra Barrales, pidió ingresar a Movimiento Ciudadano pero encara el veto del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro. Otro ex dirigente, que disfrutó la fiesta del poder y el despilfarro, está en manos de expertos en rehabilitación. ¿Qué queda? Una franquicia, no más.

rockroberto@gmail.com

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