Hoy no voy a hablar de los candidatos a la Presidencia. Voy a hablar de los electores. Nuestro atribulado país tiene remedio. Veo brotes de esperanza por todas partes.

Empecemos por las madres, y dentro de ellas, las que rastrean a sus hijos e hijas desaparecidas. No hay dolor humano más profundo que perder un hijo, y aun así ellas regresan de su agonía cotidiana para devolvernos la respiración.

Sigamos con los periodistas a quienes les debemos el conocer la verdad sobre la #CasaBlanca, la #EstafaMaestra, #ElCiclo, #Odebrecht y tantos casos más. Tenemos que protegerlos y cuidarlos.

Detengámonos en los millones de trabajadores que ven las noticias sobre la renegociación del TLCAN con la certeza de que ellos no están invitados a la fiesta, porque las cúpulas han creado una economía que depende de la miseria, que le apuesta a la puerta falsa de ser competitivos castigando a los asalariados.

Continuemos con miles de emprendedores, que ponen sus ideas a trabajar, su dinero a producir.

Hagamos una escala con quienes nos rescatan del abismo con la danza de Chinelos y los sones y jarabes; nos inspiran con sus letras de fuego como Valeria Luiselli; nos abrazan con sus esculturas de alas de libertad como Jorge Marín; nos revelan secretos del alma, como las cocineras tradicionales de Michoacán.

No nos va a salvar candidato alguno. Ni un lazo nos tirará algún partido. No va a echarnos una mano la cúpula empresarial. Tampoco nos redimirá alguna iglesia.

La doctora Josette Altmann, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales me comparte esta frase de Ricardo Jiménez Oreamuno, presidente de Costa Rica en el siglo XX: “Los ticos son como las mulas de noche en los malos caminos, que parece que huelen los precipicios. Los va salvando el instinto. Desconfiados, nunca se precipitan; calculadores, miden despacio las posibilidades. Van adoptando lo que les conviene y apartando lo que no entienden bien o en lo que olfatean peligro”. Espero que los mexicanos mostremos esa sabiduría en las urnas.

Voto por los héroes y heroínas mencionados y les digo: estoy contigo —hasta el hogar, escuela, oficina, sala de redacción, fábrica, línea de ensamble, el escenario del arte, la pista deportiva, y tantos otros lugares donde su ejemplo nos empuja a ser mejores personas y mantiene viva la llama de la esperanza en nosotros mismos.

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