Con la llegada de Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República se abre en el país una nueva era en nuestra democracia. Se completa una transición tersa, ordenada y eficaz, cimiento político que brindó estabilidad a este proceso clave para la vida pública de México, que culmina con la alternancia de gobierno hacia un mandatario comprometido a responder a las enormes expectativas que se han generado tras dos sexenios en que no se advirtió orden, rumbo ni dirección.

Desde el momento mismo del inicio de la administración federal se establecieron las condiciones propicias para una nueva etapa a partir de cinco ejes temáticos y 13 grandes decisiones de gobierno presentadas por Peña Nieto. Las iniciativas, aunadas a la firma del Pacto por México con representantes de las principales fuerzas políticas representadas en el Congreso de la Unión, tienen el propósito de lograr las reformas estructurales que nos lleven a las transformaciones de fondo que el país necesita.

Se trata del inicio de un gobierno que tiene frente a sí una serie de oportunidades y desafíos que deberá lidiar con determinación, visión de futuro y voluntad democrática para lograr los acuerdos necesarios lo mismo con organizaciones empresariales que de derechos humanos y representantes de la sociedad civil. Ahora bien, tras conocerse los nombres de quienes integran el nuevo gabinete presidencial, nadie puede objetar los perfiles ni poner peros a la capacidad y solvencia política y profesional de los que están enlistados como los hombres y mujeres del presidente de México. Hoy los ciudadanos de este país son mucho más exigentes de lo que parecen, son quienes han dado la última palabra, lo mismo los que confiaron en la propuesta del actual mandatario, pero también, y de manera especialmente crítica, los que votaron por otras opciones y aún aquellos resentidos sociales que verán en cada acción de gobierno una oportunidad de criticar todas y cada una de sus acciones, escatimando reconocimiento a los aciertos.

Desde Palacio Nacional, símbolo de historia y vida republicana, se escucharon estrategias de gobierno con el propósito de llenar parte de las expectativas de millones de mexicanos, sobre todo los que no han visto la suya en ninguno de los dos regímenes panistas, por el desempleo y más por el agobio de la pobreza y el olvido en que han estado especialmente en el último sexenio. Estrategias que impulsen la transformación de México mediante una visión responsable que acelere el desarrollo integral y equilibrado de nuestro país.

Se escuchó la propuesta de un gobierno al servicio de los derechos de todos los mexicanos, en el que el bien mayor y el bien último sea la vida humana. Que el primer eje de gobierno sea lograr un México en paz, poniendo al ciudadano y a su familia en el centro de las políticas de seguridad.

Todos los sectores de la sociedad ahí presentes escucharon las primeras líneas de un plan de gobierno realista, que permitirá a la nueva administración resolver los problemas más ingentes que heredó de su antecesor, como la desatada criminalidad, los abusos de poder, la desigualdad, las injusticias, la corrupción y la impunidad que agobian a la nación. Esto, junto con la inseguridad, la violencia y el baño de sangre que prevalece en el país, son los rubros que se atenderán de manera inmediata.

Las condiciones en las que inicia la administración favorecen este clima de entendimiento a través del diálogo respetuoso entre poderes para debatir y consensuar los cambios y las reformas que la realidad nacional exige para dar justa respuesta a las demandas ciudadanas.

Llegó la hora de las transformaciones. Bienvenido el nuevo gobierno democrático de Enrique Peña Nieto al frente; ahora, de los dichos habrá de pasar de inmediato a los hechos.

Notario público y ex presidente municipal de Querétaro

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