La semana pasada, Coparmex, en conjunto con diversas asociaciones civiles, empresariales y educativas dimos a conocer la organización de un debate ciudadano entre los candidatos a la presidencia municipal de Querétaro el próximo 22 de mayo en la Universidad Anáhuac.

Un esfuerzo conjunto que obedece a una iniciativa nacional, la cual tiene el objetivo de brindarle a los ciudadanos más herramientas para que ejerzan su derecho al voto de una manera más responsable e informada.

El seguimiento a los debates también es una forma de participación ciudadana, puesto que generan reflexiones de las problemáticas nacionales y locales que creemos deben ser resueltas con prontitud.

No sé quién vaya a ganar las próximas elecciones, lo que sí sé, es que cualquiera que llegue no logrará cambios profundos si continuamos aislados y divididos. Por eso creo que podemos estar siendo parte de este México sufriente.

Hace unos años perdimos a 43. Hace unos días a tres jóvenes cineastas y, por desgracia, parece que ya normalizamos esta violencia. Sin embargo, no todo está perdido. Esas noticias trágicas nos cimbran y nos conectan de nuevo con la vida.

El año pasado, en septiembre, una tragedia nacional, unió a casi toda la población.

Por diversos motivos unió a México en el objetivo único de ayudar. Y por unas semanas fuimos un país que se quiso, que se respetó, que se responsabilizó y que dio todo lo que tuvo a su alcance para contribuir y apoyar. Pagamos en conjunto, parte de la hipoteca social que tenemos con nuestro país.

Pero por desgracia, esto se convierte en temporal, pues México ha transitado lentamente a una subcultura decadente donde se aplaude solamente el individualismo, el relativismo, el materialismo y el hedonismo.

El individualismo que nos ha cegado en el logro personal por encima del bien común. Pareciera que hoy se educa en el “tú primero y los demás después”.

El relativismo que pregona un “nuevo respeto” a todas las formas de pensar y que desvanece poco a poco la ética en la sociedad y los valores universales.

El materialismo que nos aferra al “tener” más que al “ser”. El “yo” por encima del nosotros. El crear patrones diferenciadores en lugar de encontrar lugares de convivencia común, de equidad, de integración.

Y el hedonismo, que nos hace perseguir lo inmediato, lo frívolo, lo aparente.

Estas subculturas han alimentado todos nuestros males y se han convertido en la esencia de la corrupción, pero también de la falta de crecimiento, de la inseguridad, de los bajos niveles educativos, de la carencia en general de un México que despegó hace 50 años pero que hoy da vueltas en círculos sin saber aterrizar. El problema, pues, no es la falta de caminos, sino la falta de caminantes.

No podemos continuar con la misma dinámica desintegradora, con la misma visión de gobernar para algunos. El bien común no es el bien de algunas mayorías, o minorías, es el de todos y cada uno de nosotros y eso debemos pedirlo y exigirlo.

Por ello hoy la hipoteca social que tenemos con México no es de un candidato, es de todos los mexicanos. Nos hace falta un gran ejercicio de compasión que despierte la cohesión nacional.

Por eso pedimos:

A los políticos: que hoy y siempre actúen con integridad y credenciales para cumplir con su encargo, pero sobre todo, consciencia de esta subcultura y sus efectos en el presente y futuro de este país.

A nosotros los empresarios: que nos involucremos cada vez más en lo público, a ser mejores observadores pero también mejores activadores. Apostarle a los proyectos sociales, iniciar la transformación desde adentro de nuestras empresas.

A las ONG: que se involucren en verdaderos retos sociales, en acciones que ayuden en la transformación social.

A las universidades: que generen investigación tangible que dé solución, que sirva, que mueva, que haga comunidad.

A los intelectuales: a ser voceros de este reto.

A las familias: a formar en responsabilidad, en el respeto, en una visión comunitaria y de bien común.

A la sociedad en general: a renunciar al clientelismo político, ese que sólo ha generado pobreza, atraso y corrupción.

A los medios de comunicación: a no ser presas de la coyuntura, ni del infundio. Formarse en la visión de largo plazo que requiere este país y nutrirla con información responsable que permita guiar a la sociedad.

Cumplir con el pago de esta hipoteca social se hace cada vez más apremiante. Todos en este país nos necesitamos. Dejemos de pedir y empecemos a dar y soltar, sea desde la posición que sea.

Me quedo con una frase de David Noel Rodríguez, profesor del Tec de Monterrey, que desarrolló este concepto de hipoteca social:  “México sería otro si en cada hogar se hiciera el compromiso de tatuarle a los hijos la cultura de la legalidad”.

Presidenta de Coparmex Querétaro

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