La pandemia del Covid-19 y sus efectos han terminado de agravar la difícil situación por la que atraviesa el país desde hace 20 meses, cuando llegó Morena, y que los senadores del PAN hemos advertido, insistentemente, para intentar evitar que la herida se abriera más. Hoy, el coronavirus, la irresponsabilidad y la falta de sensibilidad, han provocado una hemorragia nacional que urge frenar.

Para muestra están los recientes indicadores del Inegi.   De acuerdo con sus estimaciones la economía mexicana sufrió en el segundo trimestre, en su comparación anual, un retroceso real de 18.9%.   Son cientos de miles de millones de pesos los que se perdieron. Si pudiéramos hacer un comparativo, sería el equivalente a poco más de 2 mil 800 millones de canastas alimentarias para igual número de familias o bien, mil 226 millones de salarios mínimos al mes, que tanta falta hacen ante el creciente desempleo que azota al país.

Se trata de la peor caída del Producto Interno Bruto en la historia de México, con la cual, a decir de los economistas, México perdería lo ganado en 10 años en materia económica.  Por si fuera poco, la actividad industrial disminuyó 26% y el sector servicios en 15%. No son sólo cifras, son personas que pasan a las filas del desempleo, familias que viven con la incertidumbre de qué comerán mañana, cómo pagaran sus cuentas ahora que llegue la quincena. Así de preocupante es la situación.

Lo más lamentable es que pasan los meses y las familias aún no logramos ver una luz al final del túnel, pero tampoco vislumbramos una fecha cercana para esto pues, aunque digan lo contrario, aun ni siquiera tocamos fondo.

Peor aún es que la hemorragia no es sólo en la pérdida de empleos, sino también en inversiones, en materia de salud e inseguridad, por eso lo que urge es frenarla.

Nuestro afán nunca ha sido ser ave de mal agüero. Por el contrario, como representantes populares tenemos la responsabilidad de defender los intereses de los mexicanos.  Desde marzo, cuando inició la pandemia, en el PAN advertimos la necesidad de implementar tres programas para mitigar el impacto que traería a nuestra ya de por si vapuleada economía:  un programa de subsistencia, uno de reapertura ordenada y otro de reactivación económica.

No se trataba de inventar el hilo negro sino de tomar las previsiones, tanto en lo sanitario como en lo económico, para evitar que la herida se abriera mucho más, como el destinar los recursos suficientes para hacerle frente al problema. Alemania asignó 36% de apoyos fiscales, como porcentaje de su PIB en apoyo a la pandemia.   Reino Unido hizo lo propio con 18.8%, Corea del Sur 13.2% e Italia 12.5%.  ¿Nosotros? un 0.4%. Evidentemente sus economías no están hoy tan golpeadas como la nuestra.

Lo único claro aquí es que si seguimos por el mismo camino, terminaremos desangrados.   Las cifras del desempleo aumentan, también las de la inseguridad. Por eso, los senadores del PAN no vamos a parar hasta que nos escuchen, no vamos a permitir que las familias sigan sufriendo por esta falta de sensibilidad.

No quitaremos el dedo del renglón hasta que el Ingreso Seguro sea una realidad para las familias, hasta que se realice una reingeniería a la política social, donde el eje sea el empleo y el ingreso familiar.

Seguiremos impulsando un programa industrial de coordinación trilateral con Estados Unidos y Canadá para el eslabonamiento de la cadena productiva; que se inyecten recursos a la promoción turística, que se detonen nuevos sectores y de flujo a empresas; que el sector de Energías Renovables, Turismo, y Logística, se decreten como prioritarios y que se otorguen incentivos fiscales a las empresas, que son las principales generadoras de empleo. En eso seguiremos enfocados porque es lo que el país nos demanda, es lo que sí le urge a México.

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