Después de mucho jaloneo se aprobó la creación de la Guardia Nacional, institución en la cual descansará la estrategia del gobierno federal para combatir a la delincuencia organizada y que para variar ha sido criticada por expertos que tampoco dejan muy claro entonces cuál sería la alternativa correcta. Pareciera así que, por lo que toca a los partidos de oposición representados en el Senado, la guardia cuenta con su aval, incluso con su paternidad, por lo menos al día de hoy, pero quizá mañana podrían dejarla huérfana, será cosa de conveniencia política.

El Presidente López Obrador no dejó lugar a duda sobre este cuerpo que sería el encargado de la prevención del delito y preservación de la seguridad en todo el país, lo cual consta en el Plan Nacional de Paz y Seguridad. Sin embargo en la propuesta original esta guardia estaría encabezada por oficiales de las fuerzas armadas, acompañados por un gabinete de seguridad integrado entre otros por los secretarios de Gobernación, Seguridad Pública, Marina y Defensa.

Fue precisamente el mando militar lo que generó que las posiciones se polarizaran, no sólo entre Morena y sus aliados electorales con el resto de los partidos representados en la cámara alta, sino que también con las distintas asociaciones civiles que se manifestaron en contra de la militarización de la guardia.

Al final se logró un consenso y la Guardia Nacional tendrá un mando civil, que podrá tener como alternativa un militar, siempre y cuando esté en retiro, estableciendo también un plazo para que este cuerpo de combate al delito tenga la estructura y capacidades suficientes para que en 5 años pueda regresar al ejército a los cuarteles.

Sin embargo el acuerdo celebrado la semana pasada volverá a ser materia de enfrentamiento entre quienes lo aprobaron, o al menos por algunos de ellos. De manera inmediata todos quieren sacar raja política de la votación unánime. La oposición dirá que fue responsable y que no dice a todo que no, sino que regula y sirve de contrapeso contra las propuestas del poderoso Ejecutivo, sin embargo otras negociaciones habrá habido debajo de la mesa y que puede tener que ver con tantas otras votaciones que vendrán en el Senado, particularmente de nombramientos que requieren las dos terceras partes de los votos y que ningún partido tiene por sí mismo en el Senado.

La oposición ha dado el aval para la creación de la guardia, pero tratará de desligarse de los resultados de la misma, como si esto fuera posible. A la medalla de la semana pasada habrá que sacarle jugo, pero quienes coyunturalmente apoyaron la propuesta presidencial estarán al pendiente de los resultados de la operación de este nuevo cuerpo de seguridad nacional, del que habrán de señalar cada tropiezo y llevarlo a la arena política pero esta vez no legislativa sino electoral.

La seguridad del país o la pacificación del mismo será un medidor para las elecciones intermedias donde estarán en juego 13 gubernaturas y muy probablemente la revocación de mandato o plebiscito con respecto si debe o no continuar gobernando el presidente López Obrador. Será ahí donde la Guardia Nacional volverá a polarizar la discusión entre los actores nacionales, mientras que otros la llevarán a consideración en sus respectivos estados, sobre todo en aquellos donde habrá elecciones.

Si los índices de seguridad no mejoran sustancialmente, la oposición dirá que, a pesar de su buena voluntad y de la confianza que le dieron al presidente para implementar su estrategia, esta no rindió los resultados deseados. La paternidad de la guardia nacional de tipo civil que hoy todos pelean, podría ser huérfana mañana. Si las condiciones de seguridad mejoran, lo cual todos deberíamos desear, el merito visible será para una sola persona, el presidente, y eso, así de mezquino como suena, no es lo ideal para quienes aspiran a regresar al poder.

Abogado con maestría en Políticas Públicas. @maximilianogp

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