Estoy seguro que muchos de nosotros hemos escuchado en algún momento de nuestra vida como ciudadanos que habitamos lo mismo las grandes orbes que los modestos municipios o comunidades, frases similares a: “las molestias son temporales, el beneficio permanente”, en razón de algún programa de gobierno o acciones -principalmente obras públicas-, que buscan bien intencionadamente, mejorar las condiciones urbanas o servicios de una gran mayoría de ciudadanos que utilizan lo mismo vías públicas, que espacios de convivencia, esparcimiento y recreación.

La pregunta de este diminuto preludio es si hemos reflexionado lo suficiente la primera parte de la frase, “ las molestias son temporales..”; y es que en esta primera parte se concentra la mayor y mejor forma que tenemos los ciudadanos de comprometernos, de involucrarnos y, sobre todo, de aportar.

Seguro dirá mi media docena de lectores que me entretengo en reflexiones superfluas, y que podrían discutirse cosas aún más relevantes sobre las ciudades y comunidades y, aunque coincido medianamente, también considero que estas son las oportunidades en las que los ciudadanos podemos aprovechar para practicar la civilidad de una ciudadanía responsable; me explico, siempre será un asunto asociado a decisiones personales, bien podríamos ver las obras y acciones que implemente el gobierno con nuestros impuestos como una molestia, como un desgaste innecesario para toda la ciudadanía cuando existe un gran listado de necesidades y pendientes que deberían voltearse a ver y atender, sin embargo poco nos detenemos a identificar que esos proyectos que pudieran parecer molestos y desgastantes, pretenden resolver problemáticas de mediano y largo plazo para toda la ciudad.

Las obras alrededor de 5 de Febrero, son uno de los ejemplos más claros y emblemáticos de esto que pretendo explicar, la iniciativa, amplia y largamente valorada, representa una gran oportunidad para todos los que circulan por esta importante arteria de nuestra ciudad capital, ya que la desgastada capacidad de esta vialidad era ya insuficiente para el tipo y volumen de usuarios de movilidad interna y externa que transita por nuestro estado. Ver esta iniciativa como algo innecesario e inoportuno es en verdad incompleto por no decir algo mezquino, ya que preferir la comodidad que representa “transitar sin mayor contratiempo” por nuestra ciudad, como se supone lo hacíamos desde hace años, versus la increíble posibilidad de contar, al cabo de “muchos” meses, con infraestructura que solventará problemáticas viales multiusuario (vehículos ligeros, transporte público, ciclistas y peatones), retos de contención pluvial y ambiente urbano con visión de sostenibilidad, se me antoja incongruente.

No pretendo ser insensible a la incomodidad, al esfuerzo que todos tenemos que imprimir para coordinar nuestros traslados, ajustar nuestras agendas, en resumen a transformar nuestras vidas por un periodo significativo de tiempo -¡tampoco es tanto!-, debido a los retos de movilidad generalizada que hoy aquejan a nuestra ciudad derivado de estas importantes iniciativas de mejoramiento, pero sí hago énfasis en la importancia de poner en un contexto de beneficio más amplio, el que estas obras se lleven a cabo y podamos sostener esta “incomodidad momentánea” para darle paso a la grandeza que significa vivir en mejores condiciones.

No por algo, los dichos señalan con franca sabiduría, que “…después de la tormenta llega la calma…”, “ …cuando más oscuro está, es que pronto amanecerá…” -o algo así- . Aprendamos del caos, para disfrutar de la grandeza.

@Jorge_GVR

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