En el mundo existen millones de mujeres hermosas. Algunas desde que nacen, tienen ya la etiqueta de ser bonita o peor aún de ser excepcionalmente hermosas. Nacen con una belleza que las marca simplemente para mostrar su imagen al mundo, poseen unos ojos transparentes y azules como el cielo o verdes con líneas amarillas cautivando con la mirada a cualquier persona que las mira; piel apiñonada, estatura perfecta entendiendo ésta, bajo los estándares de las modelos actuales. Cabello castaño, largo, con rayas doradas, abdomen plano, pechos redondos y bien plantados. Ni tan grandes, pero tampoco pequeños, podrían caber perfectamente en la palma de la mano de un hombre cuando los acaricia; sus pompis levantadas y curveadas marcando en la zona baja de la espalda otra curva más que, visualizándola de perfil, muestra la perfección de su trasero. Puede ser una morena de fuego, también, con ojos color negro profundo o café claro.¡Ésa es la mujer! que según entiendo, llama mucho la atención con tan sólo mirarla y ¡no! no es cuestión de etiquetas, su belleza llama la atención al mayoría de los seres que habitamos el planeta tierra y nos consideramos como especie humana y por más que seamos féminas cabales, maduras y seguras, en ocasiones nos pesará que una mujer como ellas exista a lado de nosotras porque sabemos que acaparará todas las miradas, incluyendo las de nuestros hombres, sean esposos, novios, amantes, hijos o amigos. Pasarás por un momento a ser desapercibida y yo no conozco mujer sobre la tierra, que no sienta, por mayor seguridad que proyecte,tantita envidia por ser como ella. 

La buena noticia, es que no las tenemos tan cerquita, nuestros hombres sólo las pueden admirar en papel o internet y eso ¡claro! es tolerable. Pero aunque no cohabitemos con ése tipo de mujeres en nuestro día a día, siempre estamos buscando en nosotras, vernos y sentirnos hermosas. Eso es parte de la naturaleza femenina y no lo podemos negar por más feministas que seamos. Eso sí, conozco mujeres que deciden, eligen su belleza natural y en verdad, en su tipo, son bellísimas. Yo, acepto soy vanidosa y me gusta verme y sentirme bien aunque la verdad me he relajado un poco y disfruto de mi como soy. 

Permanecer jóvenes a nuestra edad ¡es lo de hoy! y debemos agradecer que existen las cirujías estéticas, botox, lipo, etc. Sin embargo, aunque mi voz interna me diga “sé natural, eres bella como eres” siempre mi mente me tiende una trampa por querer perfeccionar mi cuerpo,conservar y realzar mis atributos y si no, ¡buscarlos!. 

El tema es que la mujer por naturaleza y viviendo en condiciones normales, siempre piensa en cuidar su apariencia porque no podemos perder de vista que el género opuesto es totalmente visual y sólo díganme ¿a quién no le gusta recibir halagos o miradas que nos eleven el ego? No conozco hoy ¡ninguna! Pero aquí no se trata de definir si nos queremos mantener bellas por los hombres o porque simplemente la mujer es vanidosa por naturaleza y hasta entre nosotras competimos en ése rubro. De lo que se trata es que conforme pasa el tiempo y causa estragos  por el uso, exposición y andar de nuestro ser, es verdad que nos pega el vernos al espejo y notar un abdomen flácido y en ocasiones caído por las cesáreas, unas arruguitas que se forman en la comisura de nuestros labios o en los ojos, sentir una lonja que se forma en nuestra cintura en la parte de la espalda, en fin. Ver cómo pasa el tiempo en nosotras siempre pega. 

¡Ah! y para que no digan, otra buena noticia es que vivimos en el siglo XXI y existen un sin fin de cremas y tratamientos para conservarnos bellas eso ¡sí! cuestan pero para eso o tenemos maridos que apoyan la causa o somos mujeres independientes que trbajamos para además de vivir, cumplirnos nuestros gustitos aunque nos tardemos más. 

Acuérdense, en éste mundo no hay mujer fea, sólo, con el perdón de la expresión, ¡jodida! A sonreír y no tomarlo personal......

 

 

 

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