Mucho se escucha recientemente del estado número 22 de la República Mexicana, de la entidad de nuestro país donde las tradiciones, la vida industrial, los pueblos mágicos y la multiculturalidad de las comunidades extranjeras conviven con mucha frecuencia en una armonía que permite aventajar a otras regiones del país. Por supuesto que estoy hablando de Querétaro, vocablo Otomí con significados diversos y coyunturas congruentes y sumamente trascendentes en la historia y desarrollo de nuestro país.

Ya sea por sus constantes esfuerzos de inversión extranjera directa en diversos e interesantes rubros como el automotriz, aeroespacial, biotecnología, por mencionar algunos y relativamente más recientes; o por su incremento sostenido año con año en generación de empleos formales, su crecimiento económico por arriba de la media nacional, sus pueblos mágicos con su gastronomía, multicolor y la calidez de su gente, o por su reciente incorporación al gran proyecto e iniciativa ambiental de la megalópolis, Querétaro históricamente ha dado de qué hablar, ha buscado construir un halo de credibilidad que ha llamado la atención de propios y extraños, ha sabido posicionar la marca de esta entidad federativa, sin ser la más grande, o la de mayores recursos, pero si una de las más ágiles y llamativas nacional e internacionalmente.

Enumerar las bondades de vivir en esta bella entidad, sería ocioso y pueril, prefiero mas bien comentar en esta colaboración quincenal, algo que es una constante y que a pesar de ser escuchado pocas veces, tiene la elocuencia que resuena en muchos de los que hemos trabajado por Querétaro desde hace años; dicho en voz de cada uno de los gobernantes en cuyo mandato he tenido oportunidad de servir a este estado y a mi país: “Querétaro es el resultado del trabajo de varias generaciones de queretanos y avencidados en la entidad, cuyo amor y compromiso con su trabajo, su colonia o sus entornos han hecho de este estado un referente nacional e internacional. Este trabajo comprometido lo mismo se observa en el servicio público, que en los diversos sectores que integran las vocaciones industriales, agrícola, ganadera y de servicios que en Querétaro se han desarrollado durante décadas.

A este trabajo comprometido se debe la efervescencia de nuestra entidad, efervescencia que ha prevalecido por varias administraciones y cuyo valor radica en eso, la continuidad; continuidad en el convencimiento de que aquello que se ha hecho bien debe seguir haciéndose de esa manera, matizando el trabajo por supuesto, moldeando sus entregarles para adaptarse al momento y a la administración, pero manteniendo la esencia: aquello que ha generado los resultados, aquello que ha traído reconocimientos y desempeño sobresalientes, aquello que debería distinguir en lo general a nuestro país.

Aunado al seguimiento de las acciones y estrategias exitosas en la entidad, se suman a la fórmula las nuevas iniciativas que se convierten en nuevos catalizadores del desarrollo, en disolventes o aglutinantes de todos los elementos provocan esta efervescencia que ha convertido a Querétaro en un orgullo más de México, sigamos materializando esta fórmula.

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