Las grandes universidades reflejan como espejo el desarrollo de las naciones en que se originaron. Ello se debe, sobre todo, al nivel superior de la enseñanza que producen, en especial la investigación y el estímulo constante al talento de sus estudiantes. Si se piensa en las universidades de los países que tienen una buena ubicación entre las mayores economías del mundo, como es el caso de México, lo que viene a la mente por tanto es el imperativo de impulsar el posgrado, la investigación y el aprovechamiento eficaz del capital humano: tarea que debe corresponder tanto a las exigencias del desarrollo como a la propia complejidad, dimensión y responsabilidad de nuestro país en el mundo actual.

Por ello es tan importante para nosotros hacer una reflexión a profundidad acerca del valor que la universidad como concepto debe aportar al país y definir, en consecuencia, el perfil que debe tener en un horizonte de gran trasfondo. Pensar la educación superior es urgente ya que nuestro caso es especial. Si bien se requiere de más recursos y la cobertura aún es insuficiente, lo cierto es que el capital humano es excepcionalmente promisorio. Tengamos presente que algunas de nuestras instituciones se encuentran ubicadas entre las mejores de América Latina y tienen muy buena calificación a nivel mundial. La investigación que se genera en ellas es equiparable en calidad a la mejor del mundo. El problema es que no se produce en cantidad equivalente a la de las mayores universidades o tecnológicos. Es indispensable concentrar el esfuerzo en reducir la brecha que nos separa porque el nuevo orden se está configurando a partir del desarrollo tecnológico.

Los grandes problemas nacionales deben ser diagnosticados y resueltos con el concurso imprescindible de nuestras instituciones de educación superior. Esa es la función y el valor social que les debemos atribuir. Por ejemplo, en el combate a la inseguridad es imperativo involucrar a las universidades para apoyar la creación de las políticas públicas, de manera que puedan sustentarse en una base confiable de conocimiento, capacitación y formación profesional de quienes deben enfrentar semejante tarea.

Las instituciones de educación superior asociadas a la ANUIES vienen trabajando en este sentido, a partir de diversos programas en materia de profesionalización de los operadores del sistema de justicia penal, con énfasis en el conocimiento de las causas de fondo y, por ende, de las necesidades de prevención como fundamento de la cultura de la legalidad que México reclama.

No habrá desarrollo pleno si no invertimos en la educación superior y la orientamos hacia las áreas más productivas, no sólo en los aspectos económicos sino en los sociales. La investigación y el impulso a la innovación y a la ciencia son campos estratégicos si vemos el complejo panorama del país y la desigualdad que asoma el rostro detrás de cada decisión postergada o tomada sin el conocimiento cabal de los problemas.

El Estado de derecho es esencial para crear las condiciones apropiadas del desarrollo. El imperio efectivo de la ley es un tema central de la educación, tal como se define en la Constitución. Por ello, la ANUIES sostiene la convicción —y actúa en consecuencia— de que en la medida en que las instituciones de educación superior participen al lado de los sectores público, social y privado, el conocimiento y la investigación permitirán consolidar la formación de profesionales orientados a promover el bienestar de la sociedad.

Secretario general ejecutivo de la ANUIES

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