“Para mí, ser gangster era muchísimo mejor que ser presidente de los Estados Unidos”.
Henry Hill.

Dos mil quinientos millones de pesos no se guardan fácilmente bajo el colchón, ¿se imagina esa cantidad de dinero en efectivo? Hablamos de un monto casi imposible de gastar y operar mediante cash, forzosamente es necesario utilizar el sistema financiero, ya sabe: meter dinero, sacar dinero, hacer transferencias e incluso poder acceder a la facturación falsa y, de alguna forma, borrar el rastro, simplemente, lavar la lana.

La Unidad de Inteligencia Financiera que comanda Santiago Nieto detectó $2,476,151,547.58 en operaciones financieras “inusuales” ligadas a 14 grupos delictivos en la Ciudad de México, concretamente: La Familia Michoacana, La Unión de Tepito, la Fuerza Anti-Unión, el Cártel de Tlahuác, Los Rodolfos, El Balín, Los Guerreros, Los Maceros, los secuestradores del Perro, Los Sinaloas, La Ronda 88, Los Benjas, Los Molina y hasta el Cártel (o lo que queda del cártel) de los Beltrán Leyva.

La investigación ha derivado en la Operación Zócalo, un acuerdo entre la UIF y la Secretaría de Seguridad Ciudadana, bajo el mando de Omar García Harfuch, respaldado también por varias dependencias federales.

Santiago Niego y Omar García Harfuch son dos actores políticos de gran relevancia en el sexenio de la 4T, ambos hombres inclinados mucho más hacia el pragmatismo de los resultados que hacia la ideología del discurso y, justamente por ello, ambos se han convertido en el némesis del crimen organizado.

Serias amenazas contra Santiago Nieto y hasta un atentado que pudo cobrar la vida de García Harfuch son pruebas irrefutables de que su trabajo está generando resultados palpables. 
Entendamos que la operación de los malandros no se basa ni se inspira en su particular sociopatía, sino que hacen lo que hacen, extorsionan, secuestran, trafican y asesinan por la recompensa, porque su actividad les genera ingresos millonarios que utilizan para fortalecerse más y más, por eso es que en México tenemos organizaciones criminales poderosísimas que ocupan los primeros lugares de peligrosidad en el planeta.

México no parecía haber entendido, hasta que arribó la nueva estrategia, que la clave del combate a la violencia no pasa solamente por el ataque frontal de los cuerpos de seguridad sino por una operación conjunta entre labores de inteligencia criminal y financiera: si les cierras la llave, los haces más pequeños.

Empero, ¿por qué continúa la violencia?
¿Por qué seguimos viendo más muertos, más masacres, más infierno?
Quizá la respuesta venga en una palabra maldita que seguimos arrastrando: impunidad.

De poco sirve un gran trabajo de inteligencias cuando las fiscalías terminan por asumir actitudes torpes, anquilosadas y anacrónicas que le abren la puerta a los criminales mediante estrategias legales que los superan con creces.

No se trata de culpar al derecho garantista o, peor aún, a una supuesta corrupción del sistema judicial; se trata, simplemente, de que las fiscalías hagan la chamba que les corresponde y de que la hagan bien. Menos pretextos, menos ideología y más resultados.

De otra manera, ejemplos magníficos de colaboración interinstitucional como la Operación Zócalo terminarán infructuosos.

De Colofón

De acuerdo al FMI, usted y yo seremos más pobres y con menos ingresos para el 2024 de lo que éramos en 2018… ¡pero tendremos harto atole con el dedo por nuestras venas!

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