Dos capitales se han encontrado en Querétaro. La capital mundial de los Derechos Humanos (Francia) y la del Constitucionalismo Social (Querétaro).

Con la presencia en nuestro estado del presidente francés Hollande se conecta a los queretanos con una gran potencia, que aunque vive sus horas bajas, sin duda es una de las principales potencias del mundo. Hay un boleto de entrada para que las nuevas generaciones de Querétaro vayan al primer mundo con el Centro Franco-Mexicano.

Nuestro presidente Peña Nieto ha tenido el gran tino de elegir a Querétaro como el escenario por excelencia de la reanudación de las relaciones con Francia. Sería un error hacer una lectura de la visita francesa como una cortesía hacia las autoridades locales solamente, la visita se hace por las condiciones de gobernabilidad y estabilidad que existen.

No somos el paraíso queretano, pero sí una muestra de que en medio de la noche de balas y miles de muertos que dejó el panismo, y que todavía no corrige el priísmo en el país, se puede crecer y modernizar sin cerrar los ojos a las insuficiencias y errores que perviven.

¿Qué vio el socialista y experimentado Laurent Fabius, el jefe de la diplomacia francesa para traer a su presidente a Querétaro? Seguramente vio en los queretanos, en el pueblo llano, el Tercer Estado (Sieyés) que trabaja fuerte, que respeta la ley, que se prepara, que se moderniza, un modelo para instituir la relación preferente (Castañeda) con México.

Dejemos a un lado la parte visible de la visita: la expectativa de inversión más grande que en cincuenta años Francia no había hecho en México, sí en cincuenta años. Que ahora en Querétaro se podrán hacer aviones no tripulados. Que puedan ir nuestros ingenieros a preparar en Francia. Que se abra el mercado francés a la compra de helicópteros de fabricación queretana. La esencia de la visita a nuestro estado no fue la aeronáutica, sino la alianza cultural con Europa vía Francia y que sería un error quedarse en el enfoque economicista.

Por supuesto que Hollande también visitó el Distrito Federal y el Estado de México, pero en el primer caso fue obligado por el protocolo que marcan las reglas de la diplomacia de la visita de un Jefe de Estado. En el segundo, como una cortesía hacia nuestros símbolos prehispánicos, y la parte estratégica de la visita fue reservada a Querétaro.

El gobernador José Calzada guardó una actitud prudente y una presencia discreta, después de todo se trataba de que se concretara el Centro Franco-Mexicano y que se comprometieran la inversiones en favor del Estado. Ambas cosas se lograron y ese es el arte de la política. La presencia de ambos presidentes de México y Francia fue un reconocimiento a la labor de José Calzada y más allá del acuerdo o desacuerdo que se tenga con la ideología de su partido, creo que en asuntos de Estado, y que impactan en favor de los queretanos, sería mezquino regatearle el mérito de este evento.

A la deferencia francesa se suma la visita previa de Letta como primer ministro italiano (sustituido ya por Mateo Renzi) y la mención especial de Querétaro que hizo Obama. Ya son muchas casualidades para justificar por el azar los aciertos, sin duda que nuestra clase política local debe emplearse a fondo para combatir desafíos que se resisten al tiempo y a la política.

¿Qué sigue? Que seamos conscientes de que ni Hollande, ni Obama, ni Letta, ni el mismo Peña nos van a resolver nuestros problemas locales.

No basta llevar a Querétaro a las primeras páginas de The Economist o The New York Times. Tenemos un reto social de más de 500 pobres que producimos por semana en Querétaro, según INEGI, y que todavía esperan en la fila de la lucha contra el hambre. Tenemos a miles de jóvenes que en este año deben ingresar a la universidad y todavía no hay una respuesta institucional para ellos. Tenemos las pifias de una legislatura local y un procurador (ambos con minúsculas por supuesto) que no se encuentran la altura del gobernador, pues le mandan una ley procesal penal nonata para después derogarla sin haberla armonizado con el Código Nacional de Procedimientos Penales. Tenemos un Poder Judicial local con un presidente (con minúsculas por supuesto) tolerante ante los desvíos del Poder Judicial que le importa más la validez formal que la validez sustancial de los procesos. En suma, al primer mundo tenemos que llegar con un Estado de Derecho también de primer mundo.

Abogado

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