El escritor Robert Graves explica que en el olimpo había doce divinidades: 6 diosas y 6 dioses. Sin embargo Zeus destituyó a la diosa Vesta por un nuevo dios, Dioniso, nacido directamente del muslo de Zeus. A partir de entonces la relación sexo-género fue de 5 a 7. No se le llamaba paridad, pero el equilibrio acababa de desaparecer para unos cuantos milenios.

Hablar de las mujeres es hacer referencia de uno de los polos estratégicos del quehacer político y social de nuestro país. A lo largo de la historia las mujeres hemos aportado no sólo apoyo moral a los llamados de la patria, por el contrario han sido nuestros corazones y manos las que han tributado la vida de nuestros hijos, padres y esposos e incluso la vida misma. Empero, en poco o nada cambió nuestra condición después de la lucha independentista o revolucionaria, durante el Constituyente del 17 no fuimos reconocidas como ciudadanas mexicanas; sería hasta 1947 cuando se nos otorgó la oportunidad de participar en los comicios municipales bajo la petición de “no abandonar el hogar y los deberes propios de nuestro sexo”.

Después de que en 1953 se otorgara el derecho al sufragio a nivel federal tuvieron que pasar 26 años para que una mujer tomara las riendas de un Ejecutivo estatal y 49 para que se comenzaran a implementar acciones en busca de incrementar la presencia de las mujeres en la política nacional. Con la última reforma político-electoral, cuyo contenido obliga a los partidos a respetar la cuota del 50 50 como se le llama a la paridad, se sienta un precedente importante para la mujer, pero aunque su aprobación es significativa el camino de la participación plena aún no está garantizado.

El tema que hoy me propuse abordar toca dos puntos: por un lado la incidencia política de la mujer, es decir la influencia de la mujer en la política, en este sentido puedo decir que las mujeres no tenemos incidencia relevante en el ámbito político. Actualmente todos los dirigentes nacionales de los partidos son varones; de las 32 gubernaturas sólo 1 la ocupa una mujer. En nuestro estado en las pasadas elecciones se aplicó de último momento, a las alcaldías, la cuota 50 50. Sin embargo las que asumieron dichas candidaturas fueron las esposas, hijas o hermanas de los antiguos candidatos, lo que genera que se siga perpetuando el poder masculino. Lo cual no permite la trasformación de la política ni mucho menos la inclusión y empoderamiento de la mujer en dicho ámbito.

Por otro lado, hablar de participación ciudadana nos obliga a aterrizar en una realidad nada alentadora para las mujeres: muchas son las organizaciones y asociaciones dirigidas por y para las mujeres, y la mayoría de sus reclamos, peticiones y propuestas sólo se quedan como contenido de discurso demagógico, o bandera de lucha de unos cuantos oportunistas. De igual manera en los comicios pasados vimos con agrado la oportunidad de llevar a esta nación a la aproximación de una mejor ciudadanía a las candidaturas ciudadanas, pero en las cuales no figuró ninguna mujer.

En el largo camino hacia la igualdad, las mujeres hemos tenido que saltar más obstáculos de los previstos, la igualdad legal no ha logrado una verdadera incidencia política de la mujer, ni su participación plena desde la ciudadanía y mucho menos la igualdad real.

La tan anhelada paridad política y ciudadana no es el final del camino, todo lo contrario: es el comienzo, tan solo consigue que las reglas del juego democrático sean más justas.

Han sido muchas las mujeres cuya participación en diferentes ámbitos de nuestra historia han contribuido a la formación del México de nuestros días, sin embargo es una realidad que la democracia sigue en deuda con nosotras. Por ello debemos continuar en la lucha, iniciemos un nuevo movimiento que nos conduzca a la igualdad, que si bien es marcada en el Artículo 4to Constitucional hoy se ha traducido en letra muerta en los compendios normativos y en las circunstancias diarias de nuestro México.

Basta ya de los discursos y de los buenos deseos en torno a nosotras. Ya no podemos tolerar que los patriarcas en el poder sigan arrojándonos migajas, no podemos tolerar que se nos trate como infantes en el ámbito político, no podemos tolerar que nos hagan creer que se nos brindan la oportunidad y los espacios políticos por buena voluntad y que debemos agradecer y conformarnos. De ninguna manera, las mujeres hemos atendido al llamado de nuestra patria aun cuando no éramos siquiera ciudadanas en nuestra propia tierra, por lo tanto tenemos el mismo derecho de incidir y participar en la política y en todos los demás ámbitos de la sociedad. Nada nos han regalado, por el contrario si no tenemos participación e incidencia política es porque han coartado nuestros derechos.

Por ello hoy nos toca recuperar el lugar que le fue robado a la diosa Vesta y hacerlo propio, porque sin nosotras este mundo no puede considerarse humano.

Oradora Nacional. Premio Estatal de la Juventud Querétaro 2013.

@MadalyrmDavila

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