… y me costó muchísimo tiempo, lágrimas y enojos entender la
 diferencia.
—Pues explícamela, porque para mí, violar a un niño, es el mismo delito, lo haya hecho  un sacerdote o un ingeniero.
—Desde los seis años, que me comencé a preparar para hacer mi primera comunión a los siete, y hasta los 11, que entré a la secundaria, yo creía a ojos cerrados que los padres-sacerdotes-curas, eran Dios en la tierra.
—Y en la secundaria, ¿por qué dejaste de creerlo?
—Aprendí: algo explotó, se expandió en el universo, unos puntitos quedan flotando y comenzaron a girar en derredor del sol; se fueron enfriando y se convierten en planetas. Nueve le tocaron a nuestra galaxia.
—La tierra es el tercero, los seres humanos evolucionamos de changos a homo sapiens. Todo eso ya lo sé.
—Lo que no sabes, es la otra historia. La que tu madre nunca te ha contado, ni te ha llevado a una iglesia para que te la cuenten. Tiene que ver con Dios, el supremo  creador del cielo, el mar, la tierra, los animales y los seres humanos, estos últimos a su imagen y semejanza. 
—Conozco esa historia, pero sé que no es verdadera.
—Para muchísima gente en el mundo entero, es la única verdad, a partir de la cual se comienza a crear un grupo de mucho poder, intocable, cruel y manipulador que mantiene amenazados a sus creyentes, con base al terror de ser castigados en la otra vida. Usan diferentes nombres, pero todos se basan en el costo del pecado. Olvidan que Dios es amor y todo lo perdona, sin cobrar ni un solo peso.
—Abuelito, lo que sigo sin entender, es la diferencia de meter a la cárcel o no, a alguien que violó a un niño. ¡O a cientos de niños! ¿Por qué unos sí, y otros no? ¿Por qué a todos esos sacerdotes, que han violado a cientos de niños, los defienden otros sacerdotes? ¡Hasta los Papas se hacen güeyes!, y sólo los cambian de ciudad, para que sigan en otra iglesia, matando la felicidad de muchos otros niños y sus familias. ¡También ellos son pecadores!
—Es un poco parecido a los militares, que tienen, digamos, sus propias leyes. Estos otros que logran evadir a la justicia, se autoproclaman representantes de Dios en la Tierra, y con eso se salvaban de ir a la cárcel de los humanos. Porque ellos se sienten santos, ¡los muy desgraciados! Aunque es muy importante aclararte que no todos son criminales.
—Pues sí esa es la diferencia, ¡qué bueno que mi mamá nunca me llevó a misa! La iglesia y la política son iguales de impunes, Abuelito. Los que forman parte de esos dos grupos, pueden hacer lo que se les peque su regalada gana. Roban, matan, violan, ¡Y nadie les hace nada!
—Hasta hace poco, Hijo. Escucha: “Por primera vez en la historia, un sacerdote pederasta, es sentenciado por 63 años, sin poder obtener ningún tipo de beneficio, ni libertar condicional, por los crímenes sexuales cometidos en contra de Jesús Romero, cuando tenía 11 años, en la Ciudad de México, y otros menores de edad”. 
—¿Es en serio?
—En serio. Por fin el abogado Luis Ángel Salas logró encarcelar al sacerdote Carlos López Valdez, y dejar muy claro que están implicados muchos sacerdotes más, como los obispos de Sinaloa y de Colima. Independientemente de Norberto Rivera. 
—¡Pero ese ya se fue!
—¡También Benedicto XVI! Fue hasta hace poco, que el papa Francisco le escribió pidiéndole perdón. Hoy Jesús tiene 32 años, hace nueve presentó la demanda, que finalmente ha logrado justicia, en el plano donde se llevó a cabo el delito. 
—Entonces Dios nada tiene que ver con todo lo malo que la iglesia hace en la tierra.
—Un día de estos te voy a llevar a la ICM (*), parra que conozcas la cara incluyente de la iglesia.
josuequino@gmail.com

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