Siendo candidato López Obrador en el 2018, manifestó en la Convención Nacional Bancaria. “Si las elecciones son limpias, son libres, voy a Palenque”. “Si se atreven a hacer fraude electoral, yo me voy también a Palenque y a ver quién amarra al tigre. El que suelte al tigre que lo amarre; yo no voy a estar deteniendo a la gente luego de un fraude electoral”.

La opinión pública intuía una amenaza de violencia si no ganaba la elección presidencial, y aunque él negó esa interpretación, no resultaba verdadera su afirmación, pues su actividad política se soportaba en presiones sociales y extorsiones políticas en cada elección que perdió en el pasado.

Ahora, López Obrador es presidente de la República, no un líder opositor, y esa amenaza que lanzó la maneja desde Palacio Nacional. En una declaración en su presentación mañanera dijo: “Ayudando a los pobres va uno a la segura, porque ya sabe que cuando se necesite defender, en este caso la transformación, se cuenta con el apoyo de ellos”, afirmó. “No así los sectores de clase media, ni con los de arriba, ni con los medios, ni con la intelectualidad. Entonces, no es un asunto personal, es un asunto de estrategia política”.

Expresó su confianza de que al repartir dinero de manera directa le garantiza que “cuando se necesite defender, en este caso la transformación”, puede llamar a la movilización en caso de una derrota de Morena en las urnas, para la defensa de su proyecto.

La narrativa del Presidente en el sentido de que hay grupos de privilegiados clasistas y racistas que detestan a los pobres y que quieren impedir que se les siga apoyando con recursos directos, se vuelve creíble al entregar recursos económicos a ese grupo de la población, y su discurso reiterativo, sin importar si está apegado a la verdad o no, ha sido exitoso.

También han favorecido las redes sociales a que se vuelva costumbre atacar o injuriar a cualquier persona; o caer en la trampa de reenviar información falsa. El anonimato que permite internet es uno de los factores que facilita la difusión de mensajes de odio, grave como “termómetro social que normaliza la discriminación”.

En 2008, Richard Wortley, escribió que hay al menos cuatro maneras en las que una situación determinada puede precipitar la comisión de conductas antisociales, y que principalmente una favorece a los factores y causas que dan por resultado la conducta antisocial 1) las provocaciones; 2) presiones sociales; 3) desinhibiciones que hacen que el delito se perciba como permisible; y 4) una alta activación emocional, que a su vez provoca una reacción. Estos son algunos factores de los procesos seguidos para llegar a la conducta antisocial, haciendo mucho énfasis en que la presión social en personas con baja resiliencia e inestabilidad socioeconómica pueda ser una motivante para replicar patrones de conducta delictiva.

Cuando un gobierno, ataca a sus adversarios genera encono, si utiliza un discurso de odio desde el poder, alimenta el rencor desde la tribuna, crea en las redes sociales ira y resentimiento. Por lo tanto, los contrarios reaccionan de la misma manera por la impotencia que sienten, irritación y desesperación al ver que su país se está descomponiendo.

El problema es que con ”sus datos”, el discurso que maneja el presidente está alejado de la verdad, y genera que en todo el país haya ejecuciones, cierre de calles, carreteras; automóviles y camiones incendiados. Invasión de tierras, ejecuciones y cada día más hechos donde alguna importante parte de la población toma decisiones al margen de la Ley

Preocupante porque no se advierten límites, ni prudencia; porque se exterioriza el desprecio por la ley, la experiencia, el conocimiento técnico y la estadística.

*Los mejores parabienes y saludos a los lectores y sus familias en este 2023.

Ex presidente municipal de Querétaro y exlegislador federal y local

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