El 23 de junio de 2016 marcó un hecho histórico no sólo para el Reino Unido (RU) y la Unión Europea (UE), sino para todo el mundo. El memorándum que prometió erradamente el entonces primer ministro, David Cameron, para calmar las aguas en su partido, el Conservative Party (Partido Conservador), provocó la salida de la potencia más grande del conglomerado de naciones europeas nacido en 1993. Hoy, tras más de tres años de esa votación de salida, ¿en qué posición se encuentra el RU ante Europa y el mundo?

El memorándum de salida de la UE no debió existir en primera instancia. Se originó a causa de la incapacidad de liderazgo y limitada autoridad de Cameron dentro de su mismo partido, por lo que para tranquilizar algunas de las facciones en éste de promulgarse como una nación que no dependiera de lo que otras europeas acordaran, ni de verse obligados a otorgar derechos a ciudadanos que no eran los suyos; prometió el memorándum. Las campañas políticas de salida, así como la ignorancia de millones de británicos (por lo regular de 60 años para arriba), permitieron el Brexit, que tras tres años sigue sin concretarse. ¿Qué nos muestra esto?

En primera, nos muestra la decadencia en su sociedad en materia de tolerancia y aceptación de la diversidad por parte de una sección en particular. Parte de la razón por la que los ciudadanos decidieron la salida fue para no recibir a más ciudadanos europeos, lo que habla de xenofobia y racismo, pero también del miedo de perder trabajos a manos de extranjeros. No obstante, esto sólo fue visto en mayor concentración por personas con 60 años o más, de acuerdo a las estadísticas, mientras que las personas más jóvenes votaron, en general, a permanecer. Aquí vemos que los jóvenes, quienes están más adaptados a la globalización, fueron arrasados por las personas mayores, quienes sin encontrar los beneficios del contacto con demás naciones y ciudadanos europeos, condenaron al resto de la población del país.

Sin duda la parte social y cultural es un buen ejemplo de lo que se puede ver a partir del Brexit. No obstante, en segundo punto también nos muestra un aspecto político interesante. Esto es que tras más de tres años de haberse realizado la votación de salida, los miembros del parlamento inglés no han podido generar un acuerdo de salida que satisfaga a la mayoría de ellos. Tan es así que Theresa May se vio obligada a renunciar como cabecilla del gobierno británico y con ello ha comenzado la búsqueda de una nueva figura que lidere (o intente liderar) a los demás políticos. Esto es interesante porque muestra los verdaderos colores de la política británica. El mismo parlamento británico que representó un parteaguas en Europa al abolir la esclavitud en 1833, o el que un siglo más tarde plantó su determinación de combatir el nacional socialismo de Adolfo Hitler en 1939, o el que décadas después incentivó la independencia de sus colonias, es el mismo parlamento que hoy en día no puede, por intereses políticos personales, llegar a un acuerdo que conlleve a la permanencia en la UE, o bien finalizar la salida bajo un acuerdo que proteja a sus nacionales. Y este hecho muestra la decadencia y debilidad de su política y de sus políticos.

Otra cosa que muestra, y que sin duda será la que más tiempo y esfuerzo requerirá para su corrección, es la de la percepción social y política del mundo hacia el gobierno y los ciudadanos del RU. La cuestión social y política se pueden solucionar a través de campañas de inclusión y depurando a los individuos y facciones políticas que no muestren una obligación real a los ciudadanos, respectivamente. No obstante, ¿cómo se recupera la percepción tan alta, construida a lo largo de los siglos, de los demás Estados hacia el RU? El Brexit justamente devastó esta percepción de la gran nación liberal reduciéndola a una más en el mundo de naciones independientes.

niels.rosas@gmail.com
@NielsRosasV 

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