El lunes 10 de enero inició el registro de contendientes para presidir la Defensoría de Derechos Humanos de Querétaro. Tal vez como nunca el nombramiento del o la Ombusperson ha llamado la atención de la ciudadanía, los actores políticos y las instituciones.

Las razones para participar son muchas y surgen desde los intereses más variados. Algunos lo hacen desde el anhelo de tener un trabajo bien remunerado por los próximos 5 años, otros desde la instrucción que han recibido de la cúpula del poder y otras personas, las menos, desde una profunda convicción.

Las trayectorias de quienes hasta ahora han alzado la mano se concentran principalmente en el servicio público y la academia. Incluso hay quien ya dirigió la DDHQ y busca repetir, a pesar de haber sido duramente criticado por su desempeño.

El rumor entre las y los defensores civiles es que este procedimiento ya está más que planchado y que las y los activistas que respondan a la convocatoria sólo perderán su tiempo. Esto ha desatado una serie de declaraciones de los integrantes de la Junta de Coordinación Política que nos aseguran será un proceso transparente y de cara a la ciudadanía (nada más que no han dicho cómo). Por eso sorprende el rechazo al debate propuesto por la UAQ y activistas queretanos.

Transparentar las trayectorias y los planes de trabajo me parece una buena propuesta, pero tengo que decir con enorme pesimismo, que creo que sólo las y los activistas que se apunten estarían dispuestos a hacer pública su información ya que la persona ungida por el oficialismo no tiene la necesidad de exponerse a quedar en evidencia (cómo para qué, si ya tiene el puesto asegurado).

Quienes hemos trabajado por años en la defensa de los derechos humanos en Querétaro estamos seguros de que si se quiere un cambio verdadero en la conducción de ese organismo éste sólo ocurrirá si se nombra a alguien que además de teoría tenga calle.

Nombrar como siempre se ha hecho tendrá los mismos resultados que hemos visto hasta ahora: una Defensoría gris, que no comunica ni transparenta su trabajo, que desconoce lo que pasa del otro lado del escritorio y que, sobre todo, nunca mordería la mano que le da de comer.

Si en verdad buscamos que la DDHQ cumpla con su vocación de proteger y promover los derechos humanos debemos exigir que la persona que ocupe el cargo de la Presidencia esté por arriba de todo reproche, tenga una reputación intachable y una calidad moral reconocida por las y los queretanos. Pero sobre todo debe ser alguien que pueda demostrar su trabajo con las personas pero también con las autoridades. Arrastrar el lápiz y acompañar a las víctimas deberían estar entre los requisitos de la convocatoria.

De nombrar de entre sus cuates o subordinados veremos repetir la misma historia y las personas que ven violentados sus derechos seguirán, como hasta ahora, indefensos ante las arbitrariedades y omisiones que lastiman, muchas veces de manera irreparable, la dignidad humana.

Titular de Aliadas Incidencia Estratégica e integrante de la Red Nacional de Alertistas. 
Twitter: @mcruzocampo 
FB: maricruz.ocampo

Google News