Desde hace décadas, el cultivo de amapola, la producción de opio y el tráfico de heroína han estado en el corazón de la economía criminal de México. Y la última década había sido particularmente próspera para esa actividad: con Estados Unidos envuelto en una crisis de consumo de opiáceos, iniciada con analgésicos legales pero con un efecto de rebote en el mercado de la heroína, la demanda iba en decidido ascenso.

De acuerdo a un reporte reciente de NORIA Research, una red de investigadores y analistas políticos independientes, coordinado por Romain Le Cour Grandmaison, Nathaniel Morris y Benjamin T. Smith, la superficie cultivada de amapola en México se expandió 10 veces en la primera década del siglo. Luego procedió a más que duplicarse entre 2010 y 2017 (el reporte completo en inglés puede consultarse aquí: https://bit.ly/2FhQ2Vc).

Sin embargo, de acuerdo al reporte todo cambió en los últimos tres años. En el último trimestre de 2016, el precio de un gramo puro de heroína disminuyó 10% en promedio en Estados Unidos.

¿Cuál fue la causa de ese inesperado cambio de tendencia? El arribo masivo del fentanilo a los mercados ilegales de Estados Unidos.

Para los no iniciados, el fentanilo es un opioide sintético, producido mayoritariamente en Asia. Hasta hace un lustro, el consumo ilegal de fentanilo era un asunto de nicho, de algunos usuarios dependientes con dificultades para acceder a la heroína o los opiáceos legales. Pero eso cambió por un doble fenómeno. Citando a los autores del reporte, es “primero, una cuestión de potencia: el fentanilo es de 30 a 50 veces más potente que la heroína. En segundo lugar, es un asunto de suministro, ya que los fabricantes de fentanilo en China han utilizado la web oscura para anunciar fentanilo a los distribuidores estadounidenses como una alternativa rentable a heroína, enviada a ciudades de los Estados Unidos de forma económica y sencilla a través del servicio postal, DHL y Fedex”.

El resultado ha sido una inundación de fentanilo en los mercados de Estados Unidos y Canadá, y su transformación en un sustituto de la heroína. Entre 2013 y 2017, el número de muertes por sobredosis de fentanilo se multiplicó por diez en Estados Unidos: de tres mil a treinta mil incidentes. Y un estudio reciente en Vancouver encontró que 80% de las sustancias vendidas como “heroína” no contenían heroína, sino fentanilo.

Esta transformación de los mercados de consumo en América del Norte está teniendo un impacto profundo en las zonas de producción de amapola en México, algo que los autores del reporte llaman la “crisis del opio mexicano”. A partir de trabajo de campo en dos comunidades productoras de amapola (una ubicada en Guerrero y otra en Nayarit), describen la catástrofe que ha significado el fentanilo para la economía del opio en México. En la comunidad de Nayarit, el precio de la goma de opio se colapsó casi 60% en el transcurso de 2017 y los ingresos de los productores se redujeron en dos terceras partes. En la comunidad de Guerrero, la caída fue aún más abrupta: entre octubre de 2017 y el verano de 2018, el precio de un kilo de goma disminuyó de más de 20,000 a menos de 6,000 pesos (una caída de 70%).

Este hecho significa una catástrofe social en las zonas de producción. Abre, sin embargo, una oportunidad tal vez única para contener y derrotar al crimen organizado en amplias zonas rurales. Con precios en el piso, tal vez haya una posibilidad de desplegar programas de legalización controlada o de sustitución de cultivos, usando esos instrumentos para restablecer la autoridad del Estado.

Eso, o esperar a que los grupos criminales se reorganicen y encuentren formas de sustituir el ingreso perdido.

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