Han pasado 102 años desde que el General Venustiano Carranza promulgara la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Reunidos en el Teatro de la República, en la histórica Ciudad de Querétaro, se dieron cita los 151 diputados representantes de todas las entidades federativas, para discutir pluralmente el proyecto presentado, por el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista.

El lugar fue elegido con razón justificada. Querétaro fue sede de la restauración de la república, símbolo de la caída de la monarquía impuesta por el extranjero y cuna de la Independencia nacional. Ahí se refrendaron los ideales de la soberanía nacional: independencia, identidad y Estado de Derecho.

De esta manera, la Norma Fundamental recoge los ideales del liberalismo, producto del movimiento independentista del país norteamericano, el equilibrio de poderes de los padres de la Revolución Francesa, y los reclamos de justicia social y democracias que enarbolaron Francisco I. Madero, Zapata y los hermanos Flores Magón.

En otras palabras, así como México es un mosaico de culturas, tradiciones, ideologías y posturas, la Constitución es un reflejo de esa pluralidad.

Ahora, 102 años después de ese momento histórico, el Teatro de la República recibió a los representantes de las principales instituciones que integran el Estado Mexicano, todos ellos conformando un mosaico democrático con múltiples aristas políticas; un gobierno federal cuyos titulares se identifican con la izquierda y varios gobernadores y funcionarios públicos, identificados con la derecha.

En este sentido, el evento tuvo en cierta manera un aire nostálgico, pues como en su momento, el Congreso Constituyente de 1917 mostró una fisonomía pluralista, con varios puntos de vista, tanto conservadores, liberales y revolucionarios, los ahora representantes de las instituciones del Estado Mexicano mostraron también parte de esa pluralidad.

No obstante, como ha sucedido en otras ocasiones, bajo la justificación de que la Constitución ha sido constantemente reformada y “parchada”, vuelven a surgir aquellas voces que quieren reemplazarla, crear una nueva.

En su momento, los gobiernos de la derecha lo intentaron y ahora, los de la izquierda lo vuelven a poner sobre la mesa.

Evitemos confusiones y falsos discursos.

La Constitución es un texto vivo, que recoge los anhelos más profundos del pueblo mexicano, su historia, tradiciones y esencia. Sus reformas le han permitido irse adecuando a los tiempos, para convertirse en un documento dinámico y versátil.

Pero, más allá de eso, es su pluralidad lo que la fortalece, pues recoge principios de ambos extremos, ya que se trata de un instrumento que rige a todo México, desde todas las aristas y todos los colores.

Por ello, considero que más allá de hablar de reemplazar a la Norma Suprema, aboguemos por su efectividad, por su irrestricto respeto y su conservación, pues no solo es un instrumento normativo, es el reflejo de nuestra fisonomía…de nuestra identidad.

Diputada local del PRI @AbigailArredondoRamos

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