Si en la punta del iceberg de la corrupción del sexenio pasado están los casos ya documentados y procesados de excolaboradores cercanos del presidente Peña Nieto, como Emilio Lozoya, Rosario Robles y al menos una veintena más de nombres que se están investigando e integrando expedientes, en la base de ese enorme témpano y en el centro de la madeja de negocios millonarios realizados desde el poder y para beneficio del poder hay una alianza político-financiera que atraviesa toda la corrupción sistemática que se vivió en los seis años del gobierno pasado: el acuerdo entre Enrique Peña Nieto y Carlos Salinas de Gortari.

A esa conexión es a donde finalmente pretende e intenta llegar el gobierno de López Obrador con sus investigaciones impulsadas desde la Unidad de Inteligencia Financiera, con el ariete Santiago Nieto, y aterrizadas por Alejandro Gertz Manero en la Fiscalía General de la República. Hacia allá se enfocan todas las baterías y todas las indagatorias que están en curso más las que se sumarán en los próximos meses, como una estrategia jurídica, pero también política que le permitan al presidente y a la 4T consolidar su proyecto político en el 2021 y subsanar, con golpes espectaculares contra “la corrupción del pasado”, las deficiencias que muestra hasta ahora su gobierno.

Para llegar a esa base del iceberg, a lo que se considera la “corrupción de alto nivel” en el sexenio anterior, hay dos expedientes que son claves, por el nivel de información que pueden proporcionar sobre el pacto que operó entre el presidente Peña y el expresidente Salinas. El primero es, sin duda, el de Emilio Lozoya Austin, quien en sus intentos por librar las órdenes de aprehensión en contra suya y de su familia, busca desesperado lanzar culpas y hablar de todo el esquema de corrupción en Pemex, en donde, él jura, “todo lo hice por órdenes directas de mi jefe el presidente”. Y el otro caso que puede dar información directa para llegar a los grandes negocios del sexenio peñista es Genaro García Luna, por ser el funcionario que atravesó y conectó los últimos tres sexenios y que colaboró con un diseño de negocios desde el poder en el tema de la seguridad pública.

Todo se remonta a los primeros años del sexenio 2012-2018. Ante la inquietud y el nerviosismo del expresidente, que reclamaba que el inquilino de Los Pinos correspondiera al apoyo y asesoría que él le brindó para llegar al poder, Peña Nieto decidió “concesionarle” al exmandatario, como una suerte de “terapia ocupacional” (para que se mantuviera entretenido, dicen) dos sectores estratégicos y con posibilidades enormes de hacer negocios: el sector energético, particularmente lo relacionado a las rondas petroleras de la Reforma Energética y la concesión de nuevos yacimientos y plataformas petroleras; y la construcción de infraestructura para la seguridad pública, en forma de reclusorios que se concesionaban en un esquema público-privado.

Si en el tema petrolero Lozoya fue el operador incondicional colocado por el mismo Salinas para manejar todos los contratos de Pemex, con sus respectivos negocios y comisiones, en el tema de seguridad García Luna fue quien diseñó el modelo de construcción de reclusorios concesionados a grandes empresarios que, a cambio de un contrato millonario del gobierno federal, pagaban una generosa comisión que era repartida entre las dos cabezas principales: el presidente y el expresidente.

Hay huellas claras, incluso testimonios de empresarios que participaron en dicho esquema, que afirman que para obtener cualquier contrato, en el tema petrolero o de seguridad, se tenía que obtener el aval del exmandatario, a quien tenían que ir a ver personalmente y negociar con él los términos si querían ser considerados para la asignación de dichos contratos públicos.

En el caso de los reclusorios, una fuente que participó de ese esquema y que obtuvo un contrato, asegura que él supo por lo menos de 7 reclusorios asignados para su construcción y operación a grandes empresarios mexicanos, varios de ellos propietarios de compañías importantes y hasta de medios de comunicación. Cada contrato para un reclusorio era cercano a los 7 mil millones de pesos y el negocio era redondo para todos: el empresario ganaba porque con el respaldo del gobierno y el presupuesto federal obtenía fácilmente créditos de grandes bancos para financiar la obra, incluidas las generosas comisiones que tenía que entregar al expresidente a cambio de palomear su nombre para la concesión.

Cuenta el empresario, cuya identidad pidió no revelar, que en el proceso de negociación con el exmandatario, había varias reuniones en su casa del sur de la ciudad y cuando todo estaba listo, solía llamar para decir en clave: “está listo el tema, no te olvides de mandar el vehículo”, con lo que se refería al dinero que era repartido entre los dos grandes beneficiarios de este esquema de corrupción al más alto nivel.

Lo interesante es ver si Genaro García Luna, que tuvo que ver con el diseño del modelo de la construcción de reclusorios, es parte de lo que podría darle como información a las autoridades de EU. El exsecretario de Seguridad está negociando no declararse culpable y que le permitan dar toda la información que posee sobre temas de corrupción y narcopolítica en México. Por eso fue que se pospuso para dentro de 60 días la nueva audiencia que estaba programada para hoy 21 de enero, porque se trata de una negociación atípica para el sistema de justicia estadounidense, pero que al gobierno de Donald Trump le interesa por el nivel de la información que puede proporcionar un exfuncionario como García Luna.

Ya se verá qué tanto de la citada conexión Peña-Salinas aflora en la “voluminosa información” que dicen tener el fiscal estadounidense sobre el caso de García Luna y qué otro tanto se va documentando desde acá a través de las indagatorias de la UIF y la FGR e incluso de los posibles testimonios de empresarios que hoy parecen dispuestos a hablar y a colaborar con la 4T para desvelar la que llaman “la verdadera corrupción, la de alto nivel” que ocurrió en el sexenio peñista. ¿Qué tanto tomará llegar a la base del iceberg? Es un tema en el que no parece haber prisa, pero tampoco pausa.

NOTAS INDISCRETAS…

A propósito de Peña Nieto, el expresidente ha venido a México en las últimas semanas y se hospeda en la casa de su madre en La Herradura. No va a Toluca ni a Ixtapa, donde tiene sus casas, para evitar ser detectado. Dicen cercanos que han visto a Peña Nieto en sus recientes visitas, que se le ve “muy disminuido y solo” porque la mayoría de los que se decían sus grandes amigos hoy se han alejado y sus antiguos colaboradores le han dado la espalda, cuando no lo han traicionado, acusando que él los abandonó primero. Así que si anda usted entre Naucalpan y Huixquilucan y un día se topa a un hombre con peluca rubia, banda en el pelo y gafas oscuras, observe bien, no vaya a ser que sea el expresidente en su disfraz de incógnito… Por cierto, que en el tema del Insabi y el rechazo de los 9 gobernadores del PAN a adherirse a ese esquema, ayer hubo dos noticias: una buena y otra mala. La buena que los mandatarios panistas dijeron tener lista ya su “propuesta alternativa” al Insabi y buscan negociarla a través de un convenio con el presidente López Obrador; la mala, que el presidente López Obrador, más allá del discurso de que la adhesión al Insabi no es obligatoria para los estados y que ellos pueden decidir prestar el servicio por su cuenta, sí parece estar molesto con el activismo de los gobernadores del PAN que han hecho de este tema motivo de una “campaña negra” contra la 4T en sus estados, en donde le dicen a la población que “AMLO primero quitó las guarderías a madres trabajadores, ahora quita el seguro popular a los más pobres y lo que sigue es que les quite sus viviendas”. Los reportes de esas campañas en contra de su gobierno, molestaron tanto al presidente, que por lo pronto, ayer decidió cancelar una visita que tenía programada a Tamaulipas para el próximo 25 de enero. El mensaje para el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, y con él a todos los panistas, parece bastante claro: si nos vamos a llevar rudo, aténganse… Los dados no tienen duda. Martes de Serpiente. Caída libre.

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