El peso de la línea político-electoral de Televisa se hizo mucho más evidente luego de que en el programa Tercer Grado entrevistaron a Margarita Zavala y a Jaime Rodríguez para completar el ciclo de charlas con los entonces cinco aspirantes presidenciales de México.

Como cualquier otro periodista del país, los que laboran en esta empresa televisiva y participaron en este ciclo de debates o entrevistas o mesas redondas con los candidatos respondieron puntualmente a la línea editorial de la empresa.

Por lo menos eso me quedó claro debido al trato notoriamente diferenciado que brindaron a los cinco políticos.

Televisa atendió como presidente de la República a Andrés Manuel López Obrador. Marcó su distancia con Ricardo Anaya Cortés y lo cuestionó severamente, al igual que a José Meade Kuribreña.

Margarita y El Bronco

Lo más escandaloso, desde mi punto de vista, fue la semana pasada, cuando recibieron a los dos candidatos independientes: Margarita Zavala y Jaime Rodríguez, El Bronco.

Con ellos se forjaron un par de historias equidistantes, pues mientras a ella la calificaron de demócrata y valiente, al otro lo tildaron de populista y de fascista. Y así se los dijeron.

A pesar de que Margarita se retiró de la contienda comicial por no contar con dinero suficiente para seguir y, sobre todo, porque estaba claro que no ganaría la elección, para los periodistas de Televisa fue toda una hazaña que decidiera declinar su postulación.

Me parece que, si bien es cierto, Margarita remó contra la corriente al interior del Partido Acción Nacional (PAN) en la disputa por la candidatura presidencial con Ricardo Anaya Cortés; también es cierto que calculó mal su presencia entre el electorado —como ha sucedido con muchísimos políticos— y de ser la que encabezaba las encuestas de preferencia electoral hace un año, terminó siendo una candidata que nunca superó los cinco puntos porcentuales.

Por supuesto que ser demócrata no surge sólo por la ruptura o por declinar una postulación. Es mucho más que eso.

De los cinco, fue el gobernador con licencia de Nuevo León al que más maltrataron.

Con él no hicieron ni entrevista ni mesa de análisis. Se dedicaron a cuestionar y a descalificar sus propuestas al grado de llegar a tacharlo de fascista, de populista, de ocurrente, e incluso Joaquín López Dóriga se enfrentó, molesto, con el candidato, pues consideró que lo había insultado.

A pesar de que no comparto las propuestas de Jaime Rodríguez, sobre todo la de cortar la mano a servidores públicos corruptos y ladrones, o la de dar azotes a los delincuentes, me parece que los periodistas equivocaron el rumbo.

Ser periodista y entrevistar a una persona tiene el objetivo de que las audiencias conozcan, lo más posible, quién es ese personaje, qué hace, qué quiere, qué propone.

Sin embargo, en lugar de priorizar este que es el aspecto, los periodistas de Televisa parecían que querían humillarlo o exhibirlo.

Lecciones periodísticas

Este ejercicio de Tercer Grado nos deja claras enseñanzas o, mejor dicho, nos confirma hechos concretos.

Primero, que todo medio de comunicación tiene una postura política frente a los acontecimientos de la vida cotidiana. Esto, por supuesto, no es condenable; lo condenable es que se oculte o se pretenda difundir a hurtadillas a través de un programa supuestamente de análisis.

Segundo, que engañaron a su audiencia. El liderazgo de los periodistas participantes fue el señuelo para tratar de convencer a los televidentes de la visión política de la empresa en lugar de ayudar —como debería haber sido— a que cada quien, de manera independiente, forjara su opinión de cada candidato.

Tercero, que si bien es cierto que estos periodistas y la empresa para la cual trabajan ejercieron su derecho a la libertad de expresión, también es cierto que violentaron el derecho de su audiencia de tener acceso a la información.

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