Hace más de veinte años, la biotecnología generó una de las variedades más prometedoras para la agricultura, la alimentación, nutrición y salud humana. Fue nombrado “Golden rice” o “arroz dorado”, debido al color que presenta cada grano, lo cual se debe al punto central del desarrollo: alta concentración de beta-carotenos, precursores de la vitamina A.

Uno de los problemas reportados para la población asiática es la deficiencia de vitamina A pues los alimentos rutinarios en la dieta no contienen este compuesto. Debido a que el alimento más consumido en esta región es el arroz, era natural seleccionarlo para que atenuaran los problemas nutricionales.

La ciencia celebraba que el uso del conocimiento científico estaba dando muestras de impacto social a gran escala, sin embargo, la precaución y quizá el miedo, evitaron que el cultivo de arroz dorado para producción de alimentos fuera una realidad.

Sin embargo, en Bangladesh, país donde cerca del 21% de los niños sufren deficiencia de vitamina A, existe una alta probabilidad de que estas plantas, finalmente, sean cultivables. El gobierno de Bangladesh se encuentra en la última etapa de revisión para dictaminar su aprobación, tomando criterios como la productividad que este cultivo ofrece, diferencias con el arroz convencional (además del contenido de beta-carotenos), potencial de que estas plantas se conviertan en plaga y aspectos de seguridad alimentaria.

El comité se encuentra ya atrasado para dictaminar si el arroz dorado va o no, por lo que se espera que en los próximos días se tenga noticia del veredicto.

Finalmente, varios periodistas reportan rumores que indican que dentro de los puntos clave para tirar la propuesta está el hecho que la vitamina A puede ser adquirida de otros alimentos. Y, tienen razón, sin embargo, considerando los patrones de consumo, todo lo que abone sin repercusiones negativas (de ningún tipo) sería, quizá, deseable. Sin embargo, también da qué pensar, porque probablemente la desnutrición no sería un problema en una sociedad más justa, con desigualdades económicas menos agudas y acceso a una educación digna generalizada. Pero no, quizá no, quizá es culpa de los nintendos.

@chrisantics

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