A 39 días de que el presidente el electo rinda protesta, hay dos temas que preocupan: Las declaraciones infundadas y las acciones al marco de la ley. ¿De qué forma hacemos entender a los tetratransformadores que el periodo de campaña dónde podían argüir sin premeditación ha quedado atrás? Es preocupante que se aboquen únicamente a lanzar injurias a diestra y siniestra, dejando a un lado la razón principal por la cual la ciudadanía los eligió. En días pasados fuimos testigos de la declaración —al aire, insisto— que hizo Andrés Manuel, será difícil cumplir todas las demandas de la sociedad porque el país está en bancarrota, No se está tomando en cuenta que la inflación sigue convergiendo de acuerdo a lo establecido por el Banco de México. De ahora en adelante es importante que antes de cualquier declaración se tome en cuenta el impacto que pueda tener en el mercado y en la manera en que somos percibidos como nación.
Ahora bien, este tipo de declaraciones —la mayoría aventuradas— las podemos escuchar de forma reiterada en la tribuna de la Cámara de Diputados, donde las descalificaciones y los aires de superioridad moral están a la orden del día. Es necesario entender de una vez por todas que estas actitudes no nos llevarán a ningún lado, démosle el sentido y la importancia necesaria a la función para la que fuimos elegidos.
Otro tema que preocupa es el de la consulta popular. ¿Por qué si nuestra Constitución establece el mecanismo legal para realizarla, no se está tomando en cuenta? Y es que no hay otra forma de poner en práctica esta herramienta ¿o acaso se pretende operar al margen de la ley? Aquello que por años se ha criticado es lo primero que se va a hacer. Asumamos con responsabilidad y congruencia la labor que los ciudadanos nos han encomendado, que el pasado únicamente nos sirva para no cometer los mismos errores.
En el grupo parlamentario del Revolucionario Institucional nos asumimos desde un inicio como la oposición necesaria en toda democracia, en donde se señala todo lo que deba señalarse, pero también como una oposición responsable, dispuesta a construir a través del diálogo y no de alaridos.