“No hay cosa que cause más daño que pasar por inteligente a la gente astuta.”
 Sir Francis Bacon.

Hace unos días, reunido con una persona a la que estimo mucho y que me informaba que había decidido salir del país para instalar su residencia en una ciudad de Estados Unidos, reflexionábamos sobre el futuro mediato de este país con el gobierno que hoy tenemos a nivel federal.

“¿Cómo ves a México en el futuro cercano? Digamos, en los próximos dos años”, me cuestionaba mi amigo.

Yo reflexioné un poco y sin dudarlo le dije que, entonces, estábamos hablando del 2021 0 2022 y que siendo así, mi respuesta es que el país estaría peor de lo que está hoy.

Le explicaba mi escepticismo respecto de la claridad con la que se observa la incapacidad del gobierno federal para atraer inversión, para generar confianza en los hombres del dinero.

Le explicaba que la ambición del gobierno federal, en particular de perpetrarse en el poder, a como de lugar, me genera incertidumbre por las consecuencias sociales que ello podría traer.

“Ves. Por eso me quiero ir; porque quiero, desde otra trinchera, ayudarle a México, ayudarle a los que quiero, generar empleos, aunque sea en Estados Unidos, llevarme mi dinero allá y desde allá trabajar para tratar de hacer un cambio, pero si en ese proceso, las cosas se ponen feas en México, entonces tendría una opción para ayudar a mis más cercanos, mis hijos, mis hermanos”, me dijo mi amigo.

Yo, la verdad le confesé que no estaba del todo de acuerdo con su argumento, le dije que, en todo caso, él decidía moverse a otro país más por incertidumbre o miedo a lo que pude pasar aquí en México que para ayudar, aunque entendía su sentido de supervivencia, natural en el ser humano; incluso le dije que, desde México, a pesar de las señales complicadas y el futuro incierto, todavía hay muchas cosas que se pueden hacer.

“Es que AMLO es muy astuto, es brillante”, me dijo.

“No”, le respondí yo, “las señales que yo veo son, sí, de un hombre astuto, un animal político que busca sus objetivos, sean los que sean, a cualquier costa y conoce a su clientela; les habla en su idioma y los envuelve con su forma de ser. Es astuto, sí, pero ser astuto no necesariamente significa ser brillante o inteligente.

El Diccionario de la Real Academia Española define como astuto a aquél que es “agudo, hábil para engañar o evitar el engaño o para lograr artificiosamente cualquier fin”.
Tras reflexionar lo que mi amigo me dijo, concluyo en que él actúa movido por los mensajes que se envían desde el púlpito presidencial todos los días, pensando en ‘lo astuta’ de la estrategia presidencial; sin embargo, insisto, ser astuto no significa ser inteligente y sí, el presidente es sumamente astuto. Les digo.

El último párrafo.  Esta semana hubo cambios en el gabinete del gobierno estatal. Dejó la Secretaría de Planeación y Finanzas el ingeniero Juan Manuel Alcocer Gamba, luego de colocar las finanzas estatales mejor que nunca pues este año Querétaro podrá pagar su deuda pública y con calificaciones crediticias envidiables; llega a esa cartera Javier Marra Olea quien ha formado parte del equipo de Alcocer Gamba por muchos años; el mensaje es de continuidad y estricto manejo financiero. Buena decisión. Digo.

@Paniagua_Fdo

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