Las malas prácticas de la Cuarta Transformación alcanzaron a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Una Comisión que nació para proteger a los mexicanos de los abusos de las autoridades y que ahora genera dudas: ¿podrá cumplir de manera autónoma con esta función la nueva presidenta de la CNDH?

La llegada de Rosario Piedra Ibarra a la Comisión no fue la que todos esperábamos. En primer lugar, la votación se tornó turbia, pues aunque la nueva comisionada obtuvo 76 votos, no cumplió con la regla para ganar la elección. Hubo 116 votos de senadores presentes y ella obtuvo 76, para ganar se necesitaban 77.

La Constitución Mexicana plantea en su artículo 102, fracción VI, apartado B que “… el presidente de la CNDH será elegido por el voto de las dos terceras partes de los miembros presentes de la Cámara de Senadores”. Asimismo, la Ley de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, en su artículo 10, resalta lo siguiente: “El presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos será elegido por el voto de las dos terceras partes de los miembros presentes de la Cámara de Senadores…”. Por lo tanto, Piedra Ibarra no es presidenta legítima de la CNDH.
Como segundo punto, es importante resaltar la trayectoria de la comisionada, pero ésta queda en segundo plano si existe un vínculo de amistad o acuerdos con el presidente Andrés Manuel López Obrador o con el partido Morena, pues la autonomía de la CNDH pierde valor, fuerza y credibilidad con este claro conflicto de intereses. Hasta este momento Piedra Ibarra sigue siendo militante de Morena y hasta el jueves pasado fue miembro del Consejo Nacional de Morena. El artículo 9 de la Ley de la CNDH dice que la persona que aspire al cargo de Presidente en por lo menos un año no debe desempeñar ni haber desempeñado cargo de dirección nacional o estatal en algún partido político. Y está claro que Rosario Piedra Ibarra no lo está cumpliendo.

Un punto más: la nueva Comisionada ha sido cuestionada por diferentes medios sobre cuáles serán sus prioridades al llegar a la Comisión, sobre qué mejoraría de la institución y cómo piensa trabajar para que los llamados de atención que hace la CNDH a diferentes autoridades no sean “llamados a misa”. Hasta el momento no se sabe cuál será su plan de trabajo, no ha hecho ni siquiera un análisis de fortalezas, debilidades, amenazas y oportunidades en las que deba enfocarse. Es más, no sabe si han habido periodistas muertos en esta administración federal.

No querer ver lo que sucedió la noche del martes en el Senado de la República, cuando se cometió el fraude para elegir a Rosario Piedra Ibarra, es no querer ver que la Cuarta Transformación no es ética, no respeta los procesos, lleva a cabo su voluntad por encima de las leyes y pone en posiciones políticas estratégicas a sus amigos o militantes para que no cuestionen las acciones del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Este fraude se llevó a cabo no sólo frente a los ojos de los senadores, sino frente a los miles de ciudadanos que presenciaron las malas prácticas de Morena a través de los medios de comunicación y las redes sociales. Son ellos, los ciudadanos, quienes castigarán a ese partido en la siguiente vuelta.

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