Aunque ha tenido poco reconocimiento por la sociedad, la mujer no ha sido ajena a los acontecimientos políticos y sociales de México que se dan desde mucho antes de 1953, año en que conquista su derecho de votar y ser votada. Sus hazañas y acciones han sido olvidadas y sólo conocemos a un puñado de mujeres políticas que han trascendido el tiempo por su participación en los movimientos de independencia, la lucha contra la invasión norteamericana, las guerras de reforma, la intervención francesa, la Revolución Mexicana y la etapa postrevolucionaria.

En la lucha por la independencia, no podían faltar las mujeres, aun cuando sus condiciones se lo impedían. El sometimiento a que estaban sujetas por la religión, la familia y la sociedad no fueron obstáculo para que realizaran tareas de espías, informantes, combatientes, proveedoras de recursos, periodistas, conspiradoras y propagandistas de las ideas libertarias entre las que destacan, doña Josefa Ortiz de Domínguez y Leona Vicario, pero hay muchas mujeres más en este movimiento que dieron pie a la conformación de la nación.

Poco a poco, la mujer se fue abriendo camino para lograr el voto y participar en cargos de elección popular, trinchera para contribuir en la transformación de la sociedad mexicana luchando contra su discriminación, a pesar de que una de las interpretaciones más socorridas por los políticos varones es que, a ellas no les atrae la vida política porque interfiere con su vida familiar y porque moverse en el medio masculino las hace sentir como intrusas.

Las mujeres que ocupan puestos de alcaldesas o legisladoras opinan que a ellas se les exige más que a los hombres; capacitación, nivel educativo, disponibilidad de tiempo y movimiento, es decir, demostrar que son mejores en todo, aunque en muchas ocasiones son víctimas de las maniobras que los líderes de los partidos realizan para excluirlas de los primeros lugares, colocándolas como candidatas en municipios y distritos que, de antemano, saben que van a perder, con lo que se cumple con la cuota de género pero se ven imposibilitadas de ocupar espacios importantes.

Aquí en el estado, las cúpulas de los partidos políticos, principalmente PRI y PAN, más que por decisión de consolidar el derecho de la mujer a votar y ser votada, sancionados por el TEPJF se vieron obligados a sustituir a la mitad de sus candidatos varones ya designados, pero nombrando a sus respectivas esposas, como lo hizo el PRI en los municipios de San Joaquín, Arroyo Seco, Peñamiller y Ezequiel Montes, y a la hermana del candidato en Landa de Matamoros.

El PAN por su parte, impone como candidatas a las esposas de los desplazados en los municipios de Peñamiller, Arroyo Seco, San Joaquin y Jalpan de Serra y en Huimilpan, y Landa de Matamoros e imponen a las hermanas.

Más allá del morbo por saber cómo se verán los candidatos sustituidos como presidentes del DIF para tener acceso a los gobiernos, de por qué las mujeres sólo son propuestas en los municipios más pequeños y en los distritos con pocas posibilidades de triunfo, conviene entender, ¿democracia es que los políticos de cualquier partido impongan a sus parejas sentimentales, tengan o no claridad, preparación y talento político para ocupar importantes responsabilidades, simplemente porque la ley establece “equidad de genero” en la representación de puestos de elección popular, violando por otro lado los derechos de las mujeres con preparación, responsabilidad y militancia en sus respectivos partidos?

Si no se tiene la verdadera intención de corregir el fondo y de promover, a través de su educación, la participación política de la mujer en responsabilidades importantes del país y del mundo, de nada valen los históricos esfuerzos jurídicos y seguirán siendo como hasta ahora, objeto de manipulación de los políticos tramposos de siempre.

Dirigente estatal del Movimiento Antorcha Campesina. @Jggrave jerogurrola@yahoo.com.mx

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