“Miente, miente, miente que algo quedará, 
cuanto más grande 
sea una mentira, 
más gente la creerá”

Muchas personas se preguntan qué hace de las mañaneras un modelo propagandístico eficaz en la tarea de divulgar ideas y lograr que una parte importante de mexicanos piense y actúe conforme a los intereses del Presidente. Sobre todo, cuando es evidente el cúmulo de verdades a medias y mentiras que el primer mandatario difunde diariamente.

El modelo impulsa la continua reiteración de ideas, controladas a través de “paleros” que preguntan sobre los temas previamente preparados, reduciendo la actividad periodística, informadores y medios de comunicación se han convertido en algunos de los enemigos creados, preferidos del tabasqueño.

Para ayudarnos a comprender algunos de los principios rectores que guían al jefe del ejecutivo de México, conviene retomar algunas de las ideas diseñadas por el Ministro de Propaganda de la Alemania nazi, Joseph Goebbels, experto en manipulación, aunque actualizado con conceptos modernos.

Como se verá a continuación, esto resulta más que evidente.

Por ejemplo Goebbels dijo: “Gobernemos gracias al amor y no gracias a la bayoneta”, que se traduce como “abrazos, no balazos”.

Otros conceptos y principios son: “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”;

“Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que cuando el adversario responda el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones” (Principio de renovación);

“Individualizar al adversario en un único enemigo” (Principio de simplificación;

“Hay que hacer creer al pueblo que el hambre, la sed, la escasez y las enfermedades son culpa de nuestros opositores y hacer que nuestros simpatizantes se lo repitan en todo momento… Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va…”;

“En general, el pueblo es más inteligente de lo que se piensa”; “Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sonda o de informaciones fragmentarias” (Principio de la verosimilitud);

“Más vale una mentira que no pueda ser desmentida que una verdad inverosímil”;

“Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque” (Principio de transposición);

“Por regla general la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas” (Principio de la transfusión);

“Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines” (Principio de silenciamiento); y,

“La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas” (Principio de orquestación).

A lo anterior habría que añadir, por supuesto, el estilo presidencial, “yo tengo otros datos” el aparato oficial, las cajas de resonancia y la falta de transparencia, pero, sin duda, Goebbels es una buena guía para entender al Presidente y la manera en que consigue buena parte de sus propósitos.

Periodista y maestro en seguridad nacional

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