Nunca entendí porque algunas personas no simpatizaban con Jorge Vergara, si era un tipo alivianado, sencillo y amable, bueno esa impresión me dio el día que charlé con él. La Universidad para la que yo trabajaba en Valle de Santiago organiza casi cada año un encuentro regional de bachilleres, que llegó a reunir más de mil 500 asistentes, la mayoría alumnos de bachillerato. El evento se abre con una conferencia magna a cargo de una celebridad.

Por ese foro desfilaron Carlos Kazuga, Erick Guerrero, Jorge Vergara y Ricardo Torres Nava, por mencionar algunos. Me tocó en suerte fungir como maestro de ceremonias y moderador en las visitas de Erick y la de Don Jorge, pero después nos ocuparemos del buen amigo Guerrero.

Jorge Vergara fue muy puntual, su helicóptero particular aterrizó en la cancha de basquetbol de la UTSOE casi 10 minutos antes de la cita. Recibió una ovación cuando lo presenté (sobre todo de los partidarios del Guadalajara, equipo al que recientemente había comprado), para este caso específico se contó con tres mil asistentes a tal Conferencia. Un buen número de los mil 500 invitados extra eran distribuidores de la empresa de Productos Naturistas de la cual el Sr. Vergara era propietario.

Hubo un pequeño mensaje para los asistentes, muchos de los cuales (sus empleados y los chivistas) no dejaban de vitorearlo e iniciamos con las preguntas. Al no haber ninguna del público inicié cuestionándolo sobre la importancia de ser emprendedor. Su respuesta fue muy bien aceptada por los asistentes. 
Las preguntas empezaron a llegar y ahí fue cuando recibí el apoyo de Vergara. Leí la pregunta de uno de los maestros a mi cargo (su letra lo delataba) sobre la intención de don Jorge de comprar al Atlético de Madrid. En un error garrafal le pregunté por la compra de los Merengues (apodo que pertenece al Real Madrid), en ningún momento me corrigió y su respuesta fue enfocada a minimizar el rumor, después alguien preguntó que por qué no usaba calcetines, en la respuesta habló de higiene y limpieza imitando a las “damitas” dijo.

Pero como dice Chava Flores “ya estaba digerida la jalea”, o sea, ya estaba yo en la ruta de las pifias garrafales, y al hacerle otra pregunta que lo comparaba con Román Arkádievich Abramóvich, propietario del equipo inglés Chelsea (otra mi maestro al ataque), lo pronuncié tal como lo leí (Chelsea en lugar de “Chelsi”), Don Jorge no me corrigió y le agradó la comparación con el millonario ruso. 
Siguieron varias preguntas y después la gota que derramó el vaso fue cuando en mi intento por “desenmascararlo” (yo no creía en su buena voluntad, de asistir sin cobrar un solo cinco a un evento de una Universidad desconocida, dejando botados sus lucrativos negocios), le hice la pregunta crucial. “Sr. Vergara, ¿qué mueve a un empresario tan exitoso, tan ocupado a abandonar por horas sus lucrativos negocios? Quiero decir: Usted estaba en Chicago y de ahí, en lugar de que su avión lo llevara directamente a Guadalajara a supervisar sus negocios, voló al Aeropuerto del Bajío y su helicóptero lo trae para acá a una pequeña e insignificante población que ni en el mapa aparece”.  En ese momento los más de dos mil vallenses que estaban presentes, incluyendo a mis alumnos, maestros a mi cargo, compañeros administrativos e invitados, empezaron a abuchearme, a silbarme, a recordarme a mi madrecita, creo que el calificativo para su ciudad de “insignificante que ni en el mapa aparece” no fue de su agrado.
 
Don Jorge levantó la mano pidiendo silencio y me comentó: “Sí, sí aparece, de hecho, mi piloto consultó el mapa para poder llegar a tiempo y ahí la encontramos, por lo demás, creo que es una ciudad con futuro, pues cuenta con esta universidad tan importante”. Los abucheos y silbidos se transformaron en una ovación.

La charla terminó minutos más tarde, y antes de ir con el Rector, que lo esperaba al pie de la escalinata, Don Jorge me agradeció con un apretón de manos y me dijo “Voy a platicar con el Rector, Ing. Echeverría para que nos visiten en Educare (La institución educativa de novedoso sistema que el Sr. Vergara recién había fundado) y para que acompañen al Primer Equipo en el entrenamiento”, sirve que los presento con los muchachos, así que espero verlo por allá”.  Me despedí diciéndole, “Con gusto don Jorge ahí estaremos”.

Él avanzó para perderse en medio de la valla humana formada por los asistentes para guiarlo de regreso a su helicóptero. A la mayoría de ellos les daba la mano, con muchos se detenía a conversar mientras varios le tomaban fotografías, algunos más lo tocaban al pasar como si fuera un rockstar o una estrella deportiva.

Todo un personaje Don Jorge, quien siempre lució una sonrisa fresca y radiante y no escatimó un saludo o una palabra de aliento para quien se le acercaba. El día del viaje a Guadalajara, me comisionaron al DF no recuerdo para qué. ¡Ya no me tocaba ir pues! Así que fue la primera y última vez que lo vi.

Me enteré de su muerte y me entristeció un poco, reitero que lo consideraba una buena persona, esforzada y emprendedora. Descanse en Paz Don Jorge Vergara.

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