En este mes pasado y en el actual, hemos estado muy atentos a diversos fenómenos meteorológicos que han acontecido en nuestro país y en el extranjero. Primero las graves inundaciones ocurridas en el estado de Texas (EU) a finales del mes de agosto, a causa de la tormenta tropical Harvey, la cual provocó la inundación más devastadora en la historia de Houston. No existen antecedentes de inundaciones de este tipo, de acuerdo al Servicio Meteorológico Nacional (NWS), que señaló: “Este fenómeno no tiene precedentes y la totalidad de su impacto es aún desconocida y puede ir más allá de todo lo ya experimentado”. En el caso de Houston, uno de los problemas que afronta la región en los últimos años es el volumen de aguas desbordadas que pueden originarse tras una precipitación. El riesgo de inundaciones ha ido aumentando a medida que las construcciones han acabado con los humedales en la región. Los humedales corresponden a una superficie que se inunda de manera permanente o intermitentemente y ayudan a contener los desbordamientos de agua, ya que la retienen y reducen la velocidad de las corrientes. Houston ha perdido más del 70% de sus humedales entre 1992 y 2010. Ahora estas superficies están pavimentadas, todo ello favorece las inundaciones, lo cual deja ver las consecuencias de la relajada normatividad en el desarrollo urbano que ha afectado al medio ambiente. Luego aparece el huracán Irma, que llegó a la escala 5 con vientos de más de 200 kph en el Caribe y que afectó gravemente varias islas y que finalmente impactó ya degradado en Florida, también en los Estados Unidos.

En México la tormenta tropical Lidia, a inicios de este mes de septiembre, vino a afectar la Península de Baja California, y en días pasados la tormenta tropical Katia impactó Veracruz, Tamaulipas, Oaxaca y Chiapas.

El sismo de magnitud 8.2 en la escala de Richter, sucedido el jueves pasado, con epicentro 137 kilómetros al suroeste de Tonalá, Chiapas, a una profundidad de 58 kilómetros, a las 23:49, hora local, ha devastado ciudades como Juchitán en Oaxaca y otras localidades de los estados de Oaxaca, Chiapas y Tabasco. Chiapas es uno de los estados más vulnerables de toda la zona, ya que se generó un movimiento convergente (subducción), es decir, un acercamiento entre las placas tectónicas de Cocos y la del Caribe. La placa de Cocos se sumerge por debajo de la del Caribe, lo cual acontece en la costa del Pacífico provocando fuertes sismos.

La litosfera terrestre se divide en diferentes porciones, llamadas placas tectónicas, cuyos límites suelen estar caracterizados por la generación de sismos y volcanes.

En nuestro país existen zonas que tienen alto riesgo por la actividad sísmica, no es el caso de Querétaro. Es conveniente resaltar lo que sucede en la Ciudad de México, que ha sufrido terremotos como el de la mañana del 19 de septiembre 1985 con magnitud de 8.1 y causó graves pérdidas en vidas humanas y daños a la infraestructura, con epicentro localizado cerca de la desembocadura del río Balsas; este sismo fue causado por el fenómeno de subducción de la placa de Cocos por debajo de la placa Norteamericana y la energía que se liberó en dicho movimiento fue el equivalente a 1114 bombas atómicas de 20 kilotones cada una. La Ciudad de México es particularmente vulnerable a los sismos, a causa de su subsuelo arcilloso blando.

Podemos observar, que en la ZMQ no se sufren contingencias de las dimensiones que aquí se narran, no impactan de manera grave los huracanes ni tampoco los terremotos, sin embargo, es menester un desarrollo urbano inteligente, bien planeado y respetado, que considere el medio ambiente y que no atente contra él. El crecimiento de la ZMQ se ha acompañado de acciones que favorecen las inundaciones, y sigue ocurriendo.

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