Inició su marcha la “aplanadora legislativa” de Morena. Con el registro de los senadores electos, empezó la repartición de las posiciones administrativas que ocuparán los legisladores. Ricardo Monreal Ávila y Martí Batres Guadarrama —fieles sombras de su protector, López Obrador— irán a la presidencia del Senado y a la coordinación del grupo parlamentario de Morena, respectivamente.

El proceso interno que realizaron se legalizará en el Pleno del Senado a partir del 1 de septiembre. Batres se encargará (con su banda) de organizar los órdenes del día, decidir a qué comisiones de dictamen se envían las iniciativas, a cuáles darles celeridad y otras enviarlas a la “congeladora legislativa”. A él corresponderá tramitar las iniciativas que enviará el presidente Peña, como preferentes, para que se desahoguen, se aprueben y se envíen al Ejecutivo para su promulgación. Hay iniciativas que ya fueron anunciadas por AMLO, como la reforma la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, a fin de crear la nueva Secretaría de Seguridad Pública. Otra vez a empezar de cero, como Fox. Ello conlleva, una vez más, la separación de funciones de seguridad pública de las funciones políticas. Alfonso Durazo quedará a cargo de esa materia, para lo cual se ha lavado las manos con anticipación, al anunciar que le llevará al menos 3 añosrecuperar el 50% de la seguridad pública en el país.

Monreal, además, va por la presidencia de la Junta de Coordinación Política. Será responsable de acuerdos con sus agremiados y el resto de las bancadas. Podrá demostrar que tan hábil es para las negociaciones o si, de plano, impondrá la “aplanadora”, como lo han planeado en la distribución de todas las comisiones legislativas. Por lo pronto, varios de los legisladores que ganaron con las siglas del PT son militantes de Morena, por lo cual el PT exige que esos espacios les sean devueltos. Por supuesto que tiene perdido el juicio el vividor de Alberto Anaya —dueño del PT—, eso lo debió advertir desde los registros de candidatos y no ahora que están en la “lona”, con una bancada numéricamente más grande que la del PRI. ¿Por qué la discordia o disputa? Sencillo. Entre más legisladores, más dinero, mayor influencia en las votaciones, con la oportunidad de votar con uno u otro grupo legislativo, según les convenga. Lo que no conviene es confrontarse con AMLO quien, dicen, es vengativo. En una filmación vemos el saludo frío y despectivo de AMLO para con Alberto Anaya quien le había tendido la mano. Signo inequívoco que las cosas no están bien entre ellos.

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