La presencia del dictador cubano Miguel Díaz Canel, en el desfile conmemorativo del 211 aniversario del inicio de la Independencia, prende las luces de alerta sobre la ideología y las incongruencias de López Obrador, que se autodefine respetuoso de los asuntos internos de los países, y de los derechos humanos, y se inmiscuye en los asuntos de la isla al exonerar, con su invitación, a quien ordenó reprimir a su pueblo.

Darle tribuna y abogar internacionalmente a favor de una dictadura, no habla bien del gobierno de México. Resulta un agravio a los mexicanos que se haya modificado el formato del desfile para respaldar internacionalmente a un personaje impresentable, que el 11 de julio pasado ordenó masacrar a su población por el “delito” de demandar alimentos y medicinas, y protestar por la pésima gestión de la pandemia, que tantas vidas ha cobrado en la isla ante la indolente mirada de sus gobernantes que lucran enviando médicos a otros países.

Resulta absurdo pedir el cese del bloqueo, y no exigirle al gobierno cubano que deje de reprimir y empobrecer a su pueblo. Dar la espalda a los cubanos y apoyar a la dictadura, algún día será reclamado a México (esperemos que viva AMLO para que se disculpe con ellos por su error).

También es incongruente que AMLO se diga defensor de los derechos humanos y mande reprimir a las caravanas de migrantes que desean llegar a Estados Unidos en búsqueda de empleo, seguridad y mejores condiciones de vida. Las imágenes de agentes migratorios y de la Guardia Nacional golpeando migrantes, sin importarles que haya niños, han dado la vuelta al mundo y han ganado la condena a los mexicanos, cuando debiera ser al gobierno y a quien lo encabeza.

También es disparatado que la Comisión Nacional de Derechos Humanos, creada para velar por los derechos de quienes habitamos en el país, sea cómplice, con su silencio e incompetencia, de la impunidad que goza el crimen organizado; que habiendo sufrido su titular la desaparición de un hermano, no haga ni diga nada a favor de quienes tienen familiares y amigos desaparecidos.

Es totalmente repudiable que AMLO haya condenado la presencia del líder de Vox en México, al que acusó de fascista y ultraderechista, y que haya invitado al represor cubano Díaz Canel; que haya acusado a los panistas por firmar un documento en favor de las libertades y en contra del Foro de Sao Paulo; y que los senadores de Morena hayan suscrito un comunicado dándole la bienvenida al dictador en turno de Cuba; y que ataquen a las dos senadoras que los señalaron de “lamesuelas” y por decirle a Díaz Canel que no es bienvenido en México.

El mismo 16 de septiembre —que AMLO utiliza para solazarse ideológicamente—, el Parlamento Europeo exige a la Unión Europea sanciones contra los funcionarios cubanos, Díaz Canel incluido, que autorizaron el uso desproporcionado de la fuerza contra su población.

Es notorio que en nuestro continente se libra una nueva Guerra Fría (EUA-China-Rusia) y AMLO, no México, ha definido su opción y sus adversarios. La creación de una nueva OEA para quitarle a EEUU el control del continente, es parte de la lucha. El apoyo a Cuba, como en su momento lo ha sido a Venezuela, Evo Morales, Lula y a Argentina, entre otros muchos, son un indicio.

Si un país requiere liberarse de su élite opresora, es Cuba. ¿No será acaso que lo que realmente celebran —AMLO y su amigo— es la verdadera independencia, pero de los derechos humanos?

Periodista y maestro en seguridad nacional

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